 |
|
|
|
|
Imágenes de una vida en la montaña (III) |
|
 |
|
|
En la revista de la Comarca de la Montaña de Riaño, respecto de los datos de visitantes del Parque Nacional de los Picos de Europa, se preguntaban extrañados cómo era posible que la Comunidad Autónoma que ofrece los más bellos rincones del Parque reciba un número de turistas irrisorio en comparación con las Comunidades vecinas. Ironizaba preguntando si el lector adivina qué Comunidad Autónoma se queda en una cifra en torno a los cien mil visitantes, frente al millón y medio que se reparten las otras dos que aportan terrenos al Parque Nacional. La solución la aportaban las fotos que acompañaban al texto: el teleférico de Fuente Dé, el funicular de Bulnes y las cadenas y señales que prohíben el paso a la pista de Remoña (en las pista de Remoña, Vegabaño, Pandecarmen y Pandébano -entre otras- se prohíbe la circulación de vehículos particulares; la diferencia está en que en unas se controla y en otras no; se levanta la mano cuando se trata de atraer el turismo). Un artículo parecido centra la cuestión en sus justos términos al sustituir el funicular por la carretera de los lagos (que ronda el millón de entradas).
De un lado no queda más remedio que dar la razón al articulista; de otro, lamentar que trate de competir con los mismos medios. La declaración de un Parque Nacional supone un esfuerzo por conservar el rico patrimonio legado por nuestros antepasados. León, es la provincia en que mejor se conjugan la conservación y la explotación racional del medio. Su lucha no está en equipararse a las otras Comunidades, buscando una guerra sin cuartel por la atracción del turismo (tal parece que es la finalidad de la red de Parques Nacionales), sino en exportar su modelo y lograr que las Comunidades de Cantabria y Asturias dejen el doble juego de explotar turísticamente los Picos de Europa y reclamar, al mismo tiempo, las mayores subvenciones por pérdida de ingresos especulativos. El colmo del descaro, cuando estas dos comunidades no sólo cuentan con infraestructuras incompatibles con la declaración de un Parque Nacional, sino que encima las explotan en régimen de monopolio, al verse limitados los municipios y provincias limítrofes por esa misma figura de protección.
La creciente red de servicios e infraestructuras que ofrece el Parque se centra en la urbanización de enclaves emblemáticos del corazón de los Picos de Europa, degradando el ecosistema y adulterando los condicionantes de los recorridos de montaña. En tanto que pueblos como Soto de Sajambre, en León, o Llano de Con, Esprón o Sogaedo en Asturias carecen de la mínima infraestructura para atender siquiera a los vecinos que allí tienen su segunda residencia.
El día en que Vegabaño se convierta en uno de los referentes del Parque Nacional de los Picos de Europa, simplemente por los valores ecológicos y por sus potencialidades senderistas y montañeras, podrá recobrarse la esperanza en que el hombre empieza a comprender los valores que, sobre el papel, trata de preservar al declarar un Parque Nacional. Si por el contrario, Vegabaño se sitúa en el mismo nivel de visitas, no por su intrínseca belleza, sino por la construcción de carreteras que vertebren sus bosques o por llegar a sucumbir ante los remontes mecánicos, la concepción decimonónica de esta figura de protección habrá ganado la partida.
|
|
|
|
|
|
