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Rutas por los Picos de Europa

Imágenes de una vida en la montaña (en construcción)*

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Cruz de La Viorna

_Una mirada hacia el este se concentra en la ceñidura del Valle Estrecho (toponimia en la foto ampliación). Unos prismáticos permiten ubicar la alta ermita de la Virgen de La Luz, Patrona de La Liébana, perdida en las faldas de Peña Sagra.
  Esta ermita distante tiene mucho interés para aquellos que buscan el Monasterio de Santo Toribio. La imagen de La Santuca, que pasa casi todo el año en su refugio en las laderas de Peña Sagra, baja a Somaniezo cada 24 de abril (granice, nieve o truene) para pasar la noche en la ´capilla´ de este barrio. Pasa el día siguiente a la iglesia parroquial de Aniezo.
  El día dos de mayo inicia la larga procesión hasta el Monasterio de Santo Toribio donde se reencuentra con el ´Lignum Crucis´, trozo del madero en que padeció Su Hijo, según la leyenda.
  Sabido el inicio de este largo peregrinar de La Madre hacia el símbolo de Su Hijo, el caminante sigue buscando este lugar de retiro que, según cuenta la leyenda, se oculta en las faldas de La Viorna.
  Más información sobre una de las procesiones más largas de España en este...
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Vieja cruz de La Viorna

_La niebla se adueña de La Viorna y, como en un túnel del tiempo, desfigura de la blancura de la cruz. Entre las tinieblas tal parece que ha retornado el espíritu de la antigua cruz.
  Esperando a que levante este manto nubloso, se espera leyendo un viejo ejemplar de ´El Diario Montañés´, uno de cuyos artículos tiene la crónica del escritor Pedro Álvarez, Cronista Oficial de Liébana. Cuenta esta noticia la historia de la cruz y su remodelación en tiempos cercanos (13 de agosto de 2011): ´POTES El Diario Montañés
La Cruz de La Viorna preside de nuevo el valle de Liébana
14.08.11 - 00:03 -
PEDRO ÁLVAREZ | LIÉBANA.
Gracias al empeño del alcalde pedáneo de Campollo se ha restaurado el gran crucifijo que fue instalado en 1937
Un magnífico día sirvió ayer para que alrededor de 200 personas, muchas de ellas del municipio de Vega de Liébana, principalmente de Campollo y de Maredes, acudiesen al acto de celebración de la restauración de la cruz de La Viorna, que fue construida en el año 1948, y que se encontraba muy deteriorada. Julián Torre, presidente de la Junta Vecinal de Campollo, ha sido el principal impulsor de esta obra que, además de restaurar la cruz, ha sido iluminada, para que se vea desde la mayoría de los rincones de Liébana.
Desde primera hora de la mañana, los romeros accedían a la cruz, desde el barrio de Maredes, desde la villa de Potes o desde Mieses. Muchos, subieron en vehículos todo terreno.
Celebración religiosa
La ceremonia religiosa, al pie de la cruz, comenzó a las 13.30 horas, y fue concelebrada por dos sacerdotes, Manuel Muela, párroco de Campollo, y Benito Velarde, de Luriezo. La celebración contó con megafonía, aprovechando la electricidad de los paneles solares instalados en la cruz. Al concluir la misa, se cantó la tradicional Salve, y ´Que viva, que viva, la cruz Sacrosanta´. En el acto de restauración estuvieron presentes, además de Julián Torre, y de varios concejales del Ayuntamiento de Vega de Liébana, los alcaldes de Potes, Cillorigo de Liébana, y Pesaguero, y el comandante del puesto de la Guardia Civil de Potes, Juan Jiménez.
Después de la Misa, hubo un aperitivo para todos los asistentes, obsequio de la Junta Vecinal de Campollo, y algunas personas entonaron canciones populares. Durante la jornada, aprovechando el buen día, los hermanos lebaniegos Rodríguez Muhlach, volaron en parapente por las inmediaciones de la cruz, realizando magníficas acrobacias.
Con 88 años y sotana
El sacerdote lebaniego, Benito Velarde, de 85 años de edad, subió andando, con sotana, hasta la cruz de La Viorna, desde Potes. Durante la celebración de la Misa, recordó a todos los presentes cómo vivió él la inauguración de la cruz en el año 1948. «Entonces era subdiácono, y tenía 22 años, por lo que subí andando a la Viorna, sin esfuerzo. Me agradó mucho conocer esta obra majestuosa que domina el valle de Liébana, que fue gracias al esfuerzo y dedicación de los vecinos de Campollo»
Recordó que la primera Misa en la cruz fue celebrada por Marcial Martínez. Fue el día 22 de agosto de 1948, hace 63 años. Existía antes de la guerra civil, una cruz, realizada con piedra y cemento, más pequeña que la actual, que fue dinamitada. Estaba unos metros por debajo de la actual cruz. El 2 de septiembre de 1937 se colocó una nueva cruz de madera, que perduró hasta 1948, cuando se inauguró la cruz que ahora ha sido restaurada.
El sacerdote, también ofreció datos de la cruz y del esfuerzo que se hizo para levantarla. Tiene doce metros largos de altura, cerca de cinco metros de extremo a extremo de los brazos horizontales, y un metro y veinticinco centímetros de esquina a esquina. «La construyó Eladio Celis, vecino de Potes. Subieron los materiales en carros de vacas, transportando la piedra y la arena, y desde Maredes a La Viorna, arreglaron algo un sendero que había y subieron los materiales hasta la cruz, en burros. Los asistentes regresaron al valle con los recuerdos de lo relatado por el sacerdote sobre la historia de la cruz.
Los sacerdotes Manuel Muela y Benito Velarde, oficiaron la Misa en la cima de La Viorna. :: P. ÁLVAREZ´.
Ándara

_Cede el empuje de la niebla que cubría los lomos de La Viorna. Se recuperan poco a poco las bellas panorámicas que se disfrutan desde esta atalaya.
  En una amable mirada al Valle de Camaleño, el caminante observa como las altas cumbres nevadas de Ándara se irguen entre las nubes aprovechando el combate entre anticiclón y borrasca (toponimia en la foto ampliación).
Potes

_Sin separarse mucho de la cruz, se atraviesan los matorrales que cubren los cantiles colgados sobre las laderas de La Viorna que vierten a los dominios de Valdebaró. Por uno de estos asomos aún resiste la presencia eclipsar de la villa de Potes (foto pequeña). Levantando más la vista, nuestros ojos se recrean en lugares ya conocidos y en otros que quedan por visitar (foto ampliación).
Ándara desde La Viorna

_Desde uno de estos cantiles se domina todo el declinar del Valle de Camaleño (Valdebaró), la misma decadencia que presentan las últimas cumbres de Ándara en su compaña y protección del rugiente Deva, señor del valle.
  La línea de la nieve marca el indisimulado declive de esta fortaleza calcárea y minera del Deva; la cuenca del arroyo Mancorbo define el último subvalle destacado de Camaleño, cuando el Deva, apretado entre las sierras Miña y La Viorna, alcanza su madurez al recibir los aportes de los principales afluentes de su curso alto/medio: el río Quiviesa, en la villa de Potes, y el río Bullón, a tan sólo unos metros, en la localidad anexa de Ojedo, en término de Cillorigo de Liébana.
  En la margen derecha del río Deva, en un escalón superior de su lecho, apenas se aprecian los tejados de Congarna. Su ubican en los bajíos de uno de los pliegues escorados de La Viorna, de ahí que pueda tener algún tipo de conexión con el recóndito monasterio.
  Pero dos son los pueblos destacados en esta postal (foto ampliación con los correspondientes topónimos): Argüébanes, regente de la cuenca del arroyo Mancorbo, y Turieno, en su mecer con las aguas del Deva.
  Cuenta la leyenda de un monje nacido en Turieno, que llegó a ser Santo, llamado Toribio, y fundador de un monasterio llamado San Martín de Turieno. Los pasos de ese monje se siguen y ofrecen una nueva pista. El monasterio estaba ligado a Turieno, de ahí que haya de ponerse toda la atención en este pueblo del Valle de Camaleño.
  Foto pequeña: Macizo de Ándara (Llambriales Amarillos, San Carlos y Samelar) desde las atalayas de La Viorna.
Turieno

_Argüébanes, Turieno, los dos pueblos que abren (sino cierran) el Valle de Camaleño a los Picos de Europa (foto pequeña).
  Pero nuestro destino ha de estar en la margen derecha del río Deva, hacia donde se quiere percibir la piscina del camping de La Viorna, en el pueblo de Mieses, al lado de la ermita de San Juan de la Casería (foto pequeña en la esquina derecha).
  Empastada con Turieno, pasando casi desapercibida, quiere apreciarse otra ermita. Las ermitas se esparcen en la órbita de un centro monástico importante. Quizás sólo haya que asomar un poco más el hocico en este improvisado mirador..
  ¡Al fin!, el monasterio se muestra con toda su majestuosidad. Fundado como San Martín de Turieno hoy se conoce como el Monasterio de Santo Toribio de Liébana (toponimia en la foto ampliación).
Monasterio de Santo Toribio de Liébana
Monasterio de Santo Toribio de Liébana
La Viorna

_Sin perder de vista la encalada cruz (foto pequeña) se busca una posible bajada hasta el monasterio.
  Se aprecia un sendero que faldea paralelo a la cumbrera de La Viorna (foto ampliación) para, seguidamente, dejarse caer en tornos a la loma que separa el monasterio de la riega de Los Millares, donde se esconde el pueblo de Congarna.
  Un paseo por esta cumbrera permitirá examinar esta posibilidad de descenso. De momento se disfruta con la altiva prominencia de los Picos de Europa, con las torres nivosas del Macizo Central emergiendo sobre las estribaciones occidentales de Ándara.
La Viorna

_Según recogió por escrito Pedro Álvarez, cronista de La Liébana, el joven subdiácono lebaniego, Benito Velarde, asistió a la inauguración de la cruz de La Viorna a mitad del siglo XX. Como en esta reciente reinauguración, pero con algunos años más en su misal, volvió a recorrer las sendas de La Viorna, para asistir a la misa de su restauración.
  Hace más de medio siglo usaron carros para acercar los materiales al pueblo más próximo al emplazamiento de la cruz, Maredes. Para afrontar el resto del camino tuvieron que valerse de burros.
  Entrado el siglo XXI algunos pensaron que no era cosa de portear el material para la restauración de la cruz con medios decimonónicos. Al observar la cruz se percibe su recuperada figura; mas lo que se ocultan son las cicatrices permanentes de su entorno. Los ´burros´ de cuatro ruedas no están bien adaptados al terreno de montaña, de ahí que requieran una base por la que circular.
  El camino tradicional de La Viorna desaparece tras la prominencia de la cimera de La Viorna en que se asienta la cruz. El sendero queda tapado por la pista que ahora es ruta de tránsito de todoterrenos, fácil acceso para dejar a los parapentistas en el mismo punto de salto. La libertad de volar que se asocia a esa disciplina la han perdido, sin darse cuenta, cuando han perdido el placer de la bella aproximación a la plataforma natural de salto ante la ´incomodidad´ del transporte en todoterreno.
  También el montañero ha perdido su libertad cuando los motores llegan a sus dominios. Y, cual animal salvaje, se retira a las más apartadas cumbres buscando - si todavía existe - el silencio estacional de la alta montaña.
  Foto pequeña: Techos de la Cordillera Cantábrica desde la cimera de La Viorna.
  Foto ampliación: Pista de La Viorna.
La Viorna

_La nueva pista marca, en este remanso de la cimera de La Viorna, la línea de sierra. Pronto cede el rellano para remontar directa hasta el cabezo somital de esta aislada montaña.
  En el apunte del repecho final, a un palmo de la línea de sierra, doblaba el sendero hacia la vertiente norte de La Viorna. El cruce de senderos pasa desapercibido con la pista actual. Un jito, puesto sobre el bajo talud de la pista, quiere indicar su existencia; mas la maleza borra su trazado. Pasado este obstáculo vegetal el sendero (también dependiendo de la época del año en que de recorra) vuelve a recuperar su pasado peatonal.
  Pero, antes de iniciar el descenso, viene a nuestra cabeza una vieja regla del montañero: ´No bajes por donde nunca has subido´. A veces, incluso conociendo el sendero, la cosa no es tan sencilla.
  Así que, por si acaso, se deja esta variante de descenso y se completa la ruta coronando el punto más alto de La Viorna.
  Fotos pequeña y ampliación por el rellano de la cimera de La Viorna, entre la cruz y el ascenso al Alto de San Martín, siendo el pico Jano el nexo de unión entre ambas fotos.
  Al pico Jano también llega una pista; aunque hay que subrayar que, cerca de su vértice, hubo explotaciones mineras con sus correspondientes casetones.
La Viorna

_Superado el repecho de pista, ésta se aparta de la línea de cimera tumbándose hacia la vertiente de Maredes. Es la misma pista que se había recorrido en nuestro paseo por el entorno de este barrio de Campollo.
  La rama de un árbol quemado invita al polvoriento todoterreno el camino para volver a la civilización, mientras deja al paseante recuperar la alfombra de herbazal que cubre esta cimera de La Viorna (foto pequeña).
  Este esqueleto arbóreo, sin ningún indicio de vida aparente, deja pasar el tiempo hasta que sus raíces podridas o una ráfaga de viento lo tumbe y, con los años, termine abonando el suelo en que ha pasado toda su vida (foto grande).
  Su estampa carbonizada sirve de señal de que nunca hay tregua en la montaña. Un bonito día de sol puede acabar borrado por una inesperada tormenta frontal. Montañas aisladas como La Viorna o macizos de gran carga mineral como el de Ándara no son sitios muy recomendables ante este cambio meteorológico.
Cruz de La Viorna

_Pocos pasos quedan para coronar el techo de La Viorna. Se aprovecha un respiro para volver la vista atrás. Sin darse cuenta el caminante ha dejado atrás la cruz de La Viorna (foto pequeña), que no ha necesitado coronar el punto más altivo de la sierra para ser el referente de muchos pueblos lebaniegos.
  Una vista lateral sobre las copas de la mancha arbórea que cerca el Alto de San Martín asusta al descubrir cómo los vendavales azotan las cimas más ariscas de Ándara (foto grande).
Hojas y flores de roble

_Una pequeña mancha de árboles acompaña al caminante en su paseo hasta la cimera de La Viorna. Los neófitos hemos de esperar a la primavera para ver brotar sus hojas y crecer sus flores. Los lóbulos de sus hojas, sobre todo cuando se muestran redondeados, indican que se trata de un roble. Pasado el tiempo, de sus flores nacerán las nutritivas bellotas (foto pequeña).
  Aposentada la nube en las cimeras de Ándara, deja que su manto blanco sirva de pantalla donde se recortan desafiantes peñas que, por su modesta altura en relación a los techos del macizo, pasan desapercibidas, como el Mermejo La Tabla (2045 m), destacado en la foto ampliación de este apartado.

 
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