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Rutas por los Picos de Europa

Imágenes de una vida en la montaña (en construcción)*

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Maredes

_Un panel, en el rellano de Maredes, indica del rincones más destacados de este reducido núcleo rural.
  En la foto ampliación se muestra un curioso adorno, recuerdo de objetos que, en otro tiempo, tuvieron otros usos que el meramente decorativo.
  En los dos siguientes apartados se recogen las cuatro fotografías de este panel indicador.
Maredes
Maredes
Maredes

_En una esquina de este medio rellano de aparcamiento se encuentra otro panel referido al sendero tradicional entre Maredes y La Viorna. Dice el texto de la parte descriptiva: ´Para subir desde Maredes a La Viorna se puede optar por dos senderos, uno sale del pueblo hacia el Este, de apenas 1 km, y otro hacia el Oeste, de 2.200 m. La Viorna es un paraje que forma parte de la sierra del mismo nombre, y sirve de límite entre los municipios de Vega de Liébana y Camaleño.
  El sendero discurre por las cercanías de la línea de cumbres, que alcanza, en el Alto de San Martín, los 1157 metros de altitud. Durante la subida se domina una panorámica magnífica del pueblo de Maredes, con la Ermita de La Magdalena como elemento más destacado, y de los territorios circundantes´ (foto pequeña del apartado).
  El sendero que indica hacia el oeste debe ser la pista antes seguida. Moría en las faldas de La Viorna, aunque, en este paseo, ha parecido ver su continuación casi hasta el Alto de San Martín.
  Apetece conocer el otro sendero, de corte más tradicional y de buenas vistas de Maredes y su ermita, según reza la leyenda.
  Así que se reemprende el camino desde este panel de inicio (foto ampliación), aunque, del mapa, no resulte muy claro para dónde tirar.
Maredes

_Se remonta por la calleja hormigonada de Maredes para conocer esos rincones antes mencionados y representados por una simple foto.
  Por lo menos, casi sin dar un paso, ya se descubre un horno (foto ampliación).
Maredes

_En las revueltas troncales y casi únicas de Maredes, aparte de los rincones tradicionales propuestos, no deja de sorprender el cariño de los vecinos por su hogar. La talla de una cabeza de caballo, sobre una vieja rueda de carro (uno no sabe si por casualidad), y al lado de una maceta con flores sirven de adorno para una de las últimas casas del pueblo (foto ampliación).
Maredes

_El hormigón que se retuerce por las rampas de Maredes termina en un estrecho sendero, a la altura de los tejados de sus casas y tenadas. Este hilo de tierra camina inestable entre el talud de la era sita por encima de él y el talud que el propio sendero forma amenaza con rellenar la era sobre la que pasea, un recinto cerrado en que corretean ocas y gallinas.
  Echando la vista atrás, los mismos rayos del sol relucen sobre los visos acuosos de la pista antes recorrida, linde de la vaguada de prados de la riega de Maredes (foto pequeña).
  Alzando un poco más los ojos brilla el manto de copos que cubre la forestas y las calvas de la Sierra Bora, entre cuyas cerras se esconde el Pico Jano (foto ampliación).
Antigua sembradora

_En el mismo cercado en que se desperezan los animales de corral se oxidan viejos utensilios agrícolas, ahora mantenidos con un fin meramente ornamental.
  La antigua sembradora parece que tiene sed (foto pequeña); más cuidado se presenta el sufrido carro que bien se ha ganado su retiro (foto ampliación del apartado).
Ermita de Santa Magdalena

_De momento parece que se sigue una vereda de acceso a los prados de Maredes, esta zona nororiental del pueblo. Dobla un recodo y se planta ante una llambria gris y quebradiza, en el linde del encinar. Las murias de los desatendidos prados quiebran también su antigua consistencia (foto pequeña).
  La senda se colaba entre estas murias para sortear la llambria por su izquierda. En este tramo los atajos de la gente se han ido imponiendo al viejo sendero, mas no queda más remedio que unirse al final para entrar por arriba de este sorpresivo desplome.
  La imagen cercana de la ermita de Santa Magdalena atempera ligeramente la angustia de este inicial episodio (fotos pequeña y grande de este apartado). Un vehículo, apartado a la orilla de la carretera, marca la salida del camino recorrido por los desfiladeros de los arroyos de Retumbia y de Maredes.
Sendero tradicional de La Viorna

_El sendero se cuela en el encinar, que - de momento - no es muy tupido. La vereda terrosa afronta tramos que se tumba por los afloramientos de conglomerado de este tramo de la senda. Antiguas lanchas, que impiden crecer a las encinas, son vestigio de un buen camino tradicional otrora pastoril (foto pequeña).
  Muchas ventanas se abren en este túnel mediterráneo. La ermita se muestra de modo intermitente; mas, con los metros ganados, se abre un abanico panorámico que abarca las bellas cumbres de la montaña palentina, con los destacados Pico Lezna (2208 m) y las nieves del Curavacas (2524 m), de reconocida figura, techo de Palencia y vasallo de Peña Prieta (rey altivo de la Cordillera Cantábrica) -foto ampliación-.


_Las ramas de la encina, engalanadas con las barbas de capuchino, para contrarrestar su oscura tonalidad, hacen como la luna, que activa sus atractivos reflejándose en los royos del sol (foto pequeña).
  Una serie de planchas de conglomerado que no dejan crecer el monte arbustivo ofrece al caminante la facultad de disfrutar de una mirada más abierta, mucho tiempo constreñida a las ceñiduras del Retumbia y de la riega de Maredes. Como despedida otra imagen de la ermita de Santa Magdalena, con la carretera perdiéndose rumbo a Campollo y Vega de Liébana (foto ampliación).
  Todo este conjunto de sierras forestales culmina en el Pico Jano, que se muestra, de nuevo, esquivo. Quizás subiendo unos metros más...
Ermita de Santa Magdalena

_Esos metros supletorios llaman a nuevas cumbres, que se irguen por detrás de las sierras forestales. Se irán viendo según avance el sendero, sobre todo al abandonar - en su momento - la umbría mediterránea, mostrándose en toda su plenitud y mejor ubicadas en el conjunto de sierras y cordales a que pertenecen.
  El escondido Pico Jano destaca por la muralla pétrea de su contrafuerte. Aquí (foto ampliación) se le atribuye una altura de 1446 m. No es del todo exacta. El Pico Jano cuenta con un vértice geodésico en su cima principal; mas su bellísimo mirador natural, donde se encuentra la mina, siendo más bajo (1431 m), se erige en el punto de referencia de esta montaña.
Tollo

_La despedida afecta también a la carretera de Maredes, que dobla la sierra forestal por un paréntesis de prados de siega, perdiéndose al iniciar su descenso a Campollo. Esta última mirada, previa a la sumisión al encinar, llama al pueblo de Tollo, en la misma carretera cegada de Tudes, en las laderas de la margen derecha de la cuenca del río Quiviesa, paso del camino que subía de Potes a Vega de Liébana por el alcornocal de Tolives (la foto ampliada incluye los topónimos).
  También se disfrutó, durante este tramo del sendero, de la cascada alta de Retumbia; pero cuando falta el agua que la alimenta pierde la vistosidad que la hace destacar en estas fauces del Retumbia.
Sendero tradicional de La Viorna

_Unas rocas y lajas más quebradas de conglomerado, a modo de portilla, ponen fin estas calvas de regodones a cementados que dificultan la extensión del encinar y donde quiere abrirse paso algún aislado enebro (foto pequeña).
  Doblado el recodo apretado entre lanchas, el sendero tradicional de La Viorna se interna definitivamente en el encinar. Un viejo tronco que cortaba el sendero ha sido talado para facilitar el paso. La roja sangre de la encina abona el terreno para que broten nuevas generaciones (foto ampliación).
Borrasca en Vega de Liébana

_Mientras la borrasca toma los montes de Vega de Liébana, el caminante se recoge al abrigo del encinar (fotos pequeña y ampliación).
  Siguen, en los siguientes apartados, rincones de un sendero tradicional que, sin pérdida, permite disfrutar del bosque y sus contadas ventanas.
Liquen
Liquen
Tronco
Pico Corcina

_Los topónimos se muestran en la foto ampliada.
Encinar
Liquen
Encina
Peña Prieta

_El topónimo de Peña Prieta se marca en la ampliación de la foto de este apartado.
Sendero tradicional de Maredes
Sendero tradicional de Maredes
Sendero tradicional de La Viorna

_En el último tramo del sendero el roble se impone a la encina. Pronto el azul del cielo se impone, asimismo, a esta foresta mediterránea, quedando sólo algún árbol o pequeña mata de árboles dispersa (foto pequeña).
  Perdido el cobijo del bosque, las aves planeadoras no pueden ocultarse a la vista del curioso caminante (foto ampliación).

Sendero tradicional de La Viorna

_El sendero sale de la fresca foresta para cocerse en una vasta ladera de matorral (foto pequeña). Entre los retoños arbóreos sobresale una cruz de encalada blancura (foto ampliación).

La Viorna

_Un árbol solitario aguanta entre el matorral que domina la parte superior de la cuesta, aunque parte de ese matorral, bien mirado, no son sino futuros árboles a la conquista de nuevos territorio (fotos pequeña y ampliación).

La Viorna

_Por estas cromáticas faldas de La Viorna descuellan, en el horizonte, nuevas montañas. El ya apuntado Pico Jano, del que por unos metros no llega a verse su vértice cenital, pero destaca su ante cima por los puntiagudos cuernos pétreos.
  Al fondo resalta El Coriscao (2234 m), también vértice geodésico, y techo de este sector de la Cordillera Cantábrica entre los puertos de San Glorio y Pandetrave, separando las tierras leonesas de La Reina y las lebaniegas del Alto Deva, y apuntando, en su declive, a pastos de Valdeón (toponimia en la foto ampliación).
Potes

_El sendero terroso afronta el último repecho para alcanzar la loma oriental de La Viorna. El asomo sorpresivo a la vertiente norte de la montaña devuelve al caminante a la lejana -en el tiempo- visión de la añorada villa de Potes, donde se ha iniciado este particular seguimiento de los pasos de un monje.
  Potes es, prácticamente, el centro neurálgico de La Liébana, pues en sus calles confluyen los valles troncales de la comarca. Algo más esquiva se muestra la cuenca del río Bullón, que prefiere mecer a unos metros de la villa, en el pueblo de Ojedo (toponimia en la foto ampliación).
Monte Arabedes

_Preside la villa de Potes el Cueto Arabedes, cuyas antenas relucen ante los rayos de sol que se cuelan entre las nubes. Destaca la pista del Puerto de Potes, que - por el madroñal de Arabedes - remonta hasta las cerras de la Sierra Miña (topónimos en la foto ampliación).
La Viorna

_En vez de subir a la cimera de La Viorna, se sigue el sendero que baja por toda la loma. Sólo unos metros, para escapar del bullicio que varios indicios hacen intuir. Este sendero mece en la pista que baja a Mieses. En el mismo punto en que la pista dobla la loma y recibe el sendero cimero de La Viorna, la misma pista se convierte en un descontrolado cortafuegos de muy penoso caminar. Esta bajada (este) no es tan franca como la pista de Mieses, que tumba por las laderas que vierten al Deva (norte); no es más que un cortafuegos que enlaza con el camino que viene del Desfiladero de Retumbia, que desciende a Potes por Sobrelaiglesia.
  No es cuestión de perder toda la altura ganada, sólo se trata de ganar unos metros de soledad y silencio monásticos para contemplar las amplias panorámicas que se abren a nuestros pies (toponimia en la foto ampliación).
La Viorna

_Dada la vuelta, se retoma el sentido ascendente por toda la loma de La Viorna.
  La cruz que se atisbaba a la salida del bosque, emerge de nuevo tras el cambio de rasante de la misma loma. Pero algo hace sospechar que poco queda del trinar de los pájaros que acompañaban al monje lebaniego en la búsqueda de su morada.
  Un grupo de motos se descuelgan por toda la línea de sierra, no sé si para bajar a Mieses o precipitarse por todo el cortafuegos del pliegue que cierra el Desfiladero de Retumbia (foto pequeña).
  Cede el rugido de las motos cuando éste se apaga por el pinar, más aquel susurro del viento que ahogaba el silencio del encinar queda secuestrado por el sonido de un nuevo motor. Un todoterreno sube, sin saber de dónde ha salido, por lo que antes era un sendero (foto grande).
La Viorna

_El todoterreno desaparece dejando a nuestro lado un grupo de personas y un montón de telas. La gente sentada mira hacia el valle o a los cielos. Resulta que La Viorna es punto de atracción de todos los parapentistas de la zona.
  Antes dejaban el coche en Maredes, y compartían el sendero del encinar con los senderistas. Ahora llegan en todoterreno, cual moto de montaña, sin saber bien por dónde.
  Hace muchos siglos el monje lebaniego se sentaría a descansar viendo el planeo de los buitres. Con la misma idea de reposo posa sus posaderas el caminante para observar el planeo de los buitres modernos, quizá pensado en aquel italiano inventor, en sus momentos libres -que no debieron ser muchos-, que una día pensó en volar y, aunque no lo consiguió, nos dejó una sonrisa enigmática que aún perdura.
  Dejemos nuestros ojos ver lo que el gran Leonardo soñó alcanzar, el secreto de los pájaros (fotos siguientes).
La Viorna

_Por el sendero, acrecido por las rodadas de los vehículos, se enfila la muchedumbre, en el último repecho hasta la cruz (foto pequeña).
El paso tranquilo de la gente pierde la carrera ante los caballos de las motos de montaña (foto ampliación); pero el motor humano aguanta mucho más recorrido, décadas y décadas de pisadas sin fin.
Potes

_La escusa de unas fotos del valle sirve para atemperar el resuello de esta rampa final.
Potes

_Toponimia en la foto ampliada.
Cruz de La Viorna

_Pues hubo una vez un sendero terroso, hoy esquilmado por las rodadas que aquellos que han olvidado la palabra caminar, donde la cromática estacional de La Viorna regalaba el infinito placer de las alfombras florales (fotos pequeña y ampliación).
Cruz de La Viorna

_La enorme cruz alivia el esfuerzo de tan largo peregrinar. Una vez en las cimeras de La Viorna, el viajero puede dedicarse a descubrir sus guardados secretos.
  Sólo se espera que los rayos que iluminan las antenas y las casas de Ojedo (foto ampliación), iluminen también nuestro pobre entendimiento.

 
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