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Rutas por los Picos de Europa

Imágenes de una vida en la montaña (en construcción)*

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Potes y Peña Prieta

_Se inicia el asfalto con el sol de la mañana. Ya se leía en el panel de la ruta que ´para observar los alrededores es necesario ascender, dado que la altitud de Potes es de tan solo 293 metros´; aunque no es subida como la mayoría de los recorridos de Liébana, en que las pistas más que subir parecen trepar al cielo.
  No hace tantos años el acceso a Rases era por pista de tierra. Ahora, para satisfacción de sus vecinos, presenta una buena capa de firme asfáltico. El caminante, sin embargo, debe sufrir el calor del sol abrasador y la dureza del asfalto.
  No obstante, la pendiente continua rápido deja ver una mirada panorámica de Potes. Las casa de los aledaños, fruto del constante crecimiento urbano, ocultan la singularidad de una villa de pasado señorial (foto pequeña). Destaca, sin embargo, la entrada al valle del río Quiviesa, que discurre prácticamente por las tierras de Vega de Liébana; pues el municipio de Potes se restringe poco más que a su villa, mientras que Vega de Liébana trepa hasta el techo de la Cordillera Cantábrica, con el aparte de Los Picos de Europa, la negra pirámide de Peña Prieta (2539 m.), en el reino de las nieves.
  En la foto ampliación (pinchad en la foto de este apartado) se descubre un fondo de valle más placentero. Las vegas de la unión de los ríos Deva y su afluente el Quiviesa, se adentran por terreno de Cillorigo de Liébana, con capital en Tama (en la foto al final del recodo del valle). Vida recogida que apunta su final en los cantiles de Peña Ventosa. El filo de esta montaña caliza no cede hasta llegar a orillas del mismo Deva, ocultando a nuestra vista la boca del gran Desfiladero de La Hermida.
Ermita de La Magdalena

_La abierta caja de la carretera sigue ofreciendo amplias vistas de los valles troncales de La Liébana, en este caso al antiguo Valle de Valdeprado (foto ampliación) que recorre buena parte de la cuenca del río Bullón, nacido en la zona del puerto palentino de Piedrasluengas (que, cosa curiosa, no es límite administrativo como el de San Glorio, en el valle contiguo de Vega de Liébana).
  Este valle está compartido, en la parte cántabra, por los municipios de Cabezón de Liébana y Pesaguero. Desde esta esta prospectiva aún no logra alcanzarse con la vista la collada del Puerto de Piedrasluengas, pero el llamativo ´Baúl de Polaciones´ (o Peña Labra) suelta sus laderas para apuntar esta oculta depresión de la Cordillera Cantábrica.
  Entre los confusos límites de Ojedo y Potes, en la foto se ve arrancar la carretera que vertebra todo el Valle de Valdeprado buscando, aún en el fondo del valle, el primer pueblo de Cabezón: Frama.
  El suelo liso de la carretera permite desconectar la atención del camino y llevar la vista a estos grandiosos valles. Pero, al final, la cabeza vuelve a retomar una mínima atención. En la primera revuelta de la carretera una doble señal indica la alternativa de continuar por el asfalto o decantarse por el camino antiguo.
  Los pies y la mente disfrutan más con el piso ondulante del camino. El calor del estío machaca los prados entre cuyas murias se cuela esta recuperada senda. Ceden los prados agostados para refrescar por la umbría de un bosque de corte mediterráneo.
  Alguna mancha de pinar resalta entre la homogeneidad de esta vaguada forestal. Estas reducidas manchas son frecuentes en este costado lebaniego de Los Picos de Europa. Tienen mayores proporciones en otros cordales de Liébana, surcados por grandes cortafuegos.
  Con estos pensamientos se llega, sin darse cuenta, a la ermita de La Magdalena. Se tropieza con esta edificación pasada una revuelta del desbrozado camino. Casi metida en un túnel vegetal, se aparta en un recodo del fresco camino. En un primer instante pasa desapercibida como tal ermita, más pronto reluce su fisonomía de arquitectura religiosa. No se está ante ermita de especial relevancia arquitectónica, mas se esquina en un rincón resguardado. El viejo camino y la pequeña ermita parecen haber sido rescatados del olvido, y así lo recuerda, respecto de ésta, la placa sita sobre la puerta de entrada: ´RECONSTRUIDA Y BENDECIDA EL AÑO 2002´.
  Un pequeño banco, al resguardo del talud, sirve de escusa para reposar en este lugar solitario de meditación.
Rases

_El rincón de agradable frescor en que se cobija la ermita se abre, casi de golpe, a los resecos prados que se creían apartados en el fondo de la vaguada. El terreno de huertas y prados ganados al monte anuncia la proximidad de Rases.
  Por lo pronto un par de buenos invernales marca el desvío con el camino que, faldeando la Sierra Vielves o Monte de Santa Lucía, se dirige al pueblo de Armaño (en el municipio de Cillórigo/Cillorigo de Liébana). Rases, el barrio de Potes, está a dos pasos, pero se hace esperar debido al fuerte repecho y las contadas revueltas del camino.
  Mientras unos ponen el pañuelo a refrescar en la fuente que riega las huertas, otros se dedican a plasmar los paisajes que el bosque había hecho olvidar.
  En la foto grande Ojedo y el Monte de Cueva del Gato. Destacan las manchas de pinar entre los alcornocales. Estos árboles de clima mediterráneo tienen su mayor representación en el Alcornocal de Tolives (entre Potes y Tudes), mas en todas estas sierras lebaniegas aún se extrae el corcho del alcornoque de manera tradicional.
  Esta vista lejana impide descubrir los tesoros del bosque atlántico entre este clima agosteño. En el barrio Casillas (Ojedo) se esconde ´La Narezona´, un castaño catalogado entre los árboles singulares de Cantabria, con más de trece metros de perímetro en su base.
  También escapa de nuestra vista la buena plantación de cerezos, en el mismo camino que, por la ermita de San Tirso, dobla a Cahecho (pueblo de Cabezón de Liébana), bajo la mirada de Peña Sagra.
  Tras este breve paréntesis panorámico nuestros pasos entran en el barrio de Rases. Una primera casa cuidada, con elementos decorativos de utensilios tradicionales del campo. Camino y carretera se unen en esta ´manzana´ rural, entrando en la Calle de Rases, que no es sino el paso del asfalto al hormigón de una vieja pista que sube a la encrucijada de la Fuente Vielves, a la que llegan las pistas de Armaño y Lles, en su continuación a la Sierra Miña y al Puerto.
  Esta pista es la misma señalizada que permite subir a las antenas del Monte Arabedes. Mas una señal en forma de flecha invita a conocer el encinar de Arabedes, colándose en una estrechez entre las casas de la izquierda. Un simpático perro nos guía por el camino a seguir.
Encinar de Arabedes

_La salida de Rases se hace por un ramal de pista que pasea a media ladera por las faldas del Monte Arabedes, por encima del huerto y colmenar de este costado occidental del barrio.
  No tarda mucho en darse con el panel de inicio de la ruta del encinar de Arabedes. Curiosamente no está en Rases, sino apartado ya en la misma ruta. También choca que lo hayan puesto en el talud de la pista, casi hay que agarrarse a los postes que lo sustentan para poder leerlo con tranquilidad.
  Aparte del plano del itinerario y su perfil (véase la foto grande, pinchando con el ratón sobre las hojas de encina de este apartado), el panel cuenta lo siguiente:
´Itinerario local por el municipio de Potes. Encinar de Arabedes. Ambiente mediterráneo en la España Cantábrica.
Longitud del itinerario: 1.190 .
Tiempo estimado: 45 minutos
Desnivel acumulado: 163 m
Distancia hasta Potes: 2.270 m
Tiempo estimado: 65 minutos
Distancia hasta Rases (por Potes): 4.170 m
Tiempo estimado: 1 hora 50 minutos
º Recorrido por entorno natural destinado a personas con unas condiciones físicas normales, pero que puedan caminar por terreno de montaña.
º Es necesario llevar un calzado de suela antideslizante y que agarre bien los tobillos.
º En los puntos de pendientes más acusadas se han instalado algunas ayudas artificiales para superarlas: escalones, rampas...
º El punto de agua más cercano se encuentra sobre Rases, la población que se acaba de atravesar (agua sin garantía sanitaria).
Normativa de uso
Esta formación vegetal ha recibido muy pocos visitantes en los últimos años; por lo tanto, es necesario:
º Que no se arranquen plantas bajo ningún concepto.
º Evolucionar silenciosamente, que su visita no altere excesivamente a la fauna.
º No se deben arrojar piedras ni objetos por la pendiente, nunca se sabe si pueden descender hasta zonas habitadas.
º No dejar restos de nuestro paso por la ruta, pues no existe un servicio de limpieza en la misma; más bien, si te encuentras algo, recógelo.
º Y lo más importante: sed bienvenidos y que lo disfrutéis.
Paisajes Tradicionales´.
  * Nota del autor de estos recorridos de montaña recogidos en la página: www.rodiles.com: La posibilidad de resbalar es alta, los desniveles son pronunciados (acondicionar escalones hace más peligrosa la ruta, puesto que se llenan de grijillo y es fácil perder pie, de ahí que la gente trate de evitarlos, según dicen las sendas alternativas que erosionan el suelo del encinar) y hay un paso con llambria y algo de caída que, por mayor seguridad calificaría de primer grado (Iº), paso previo a la escalada (son dos pasos, pero ya se sabe, ´un mal paso...´).
  Estamos ante un auténtico recorrido de montaña, aunque la duración, desnivel y ´los quitamiedos´ en forma de escalones, tablas para asentar el sendero y guapos paneles explicativos nos lleven a equivocar la dificultad.
Potes desde el encinar de Arabedes

_Pasado la umbría fresca y el pindio repecho del arranque, se recupera el resuello para detenerse a leer con detenimiento la sucesión de paneles explicativos que se suceden durante el itinerario (y que se muestran en las fotos siguientes de este apartado).
  En un tramo llano, donde puede desviarse ligeramente la atención al sendero, pero casi mirando con recelo, se eleva a nuestro frente, entre las copas arbustivas y las ramillas colgadas de las encinas que envuelven la vereda, la solitaria magnitud del La Viorna (foto ampliación). Es su solo volumen y cercanía la que la hace despreciar la lejana mirada de las nieves de Peña Prieta.
  Entre las encinas de este bosque mediterráneo se observa el parcial trajín de la viva villa de Potes (foto de este apartado). Pese a la modesta altura ganada, se divisan por relativa precisión todo el entorno de la villa, que muestra sus joyas naturales centradas en la Sierra de Valmayor, con el alcornocal de Tolives corchando sus relieves.
Mirador del encinar de Arabedes (panel explicativo)
Mirador del encinar de Arabedes (panel explicativo)

_En un pequeño rellano, protegido por uno de sus flancos por un arbusto enebro, se calienta al sol el alargado panel explicativo del mirador del encinar de Arabedes. Con vértice en La Villa de Potes, recrea en una foto panorámica toda la extensión de paisajes que alcanza nuestra vista, desde Peña Sagra al Coriscao, marcando los valles troncales de La Liébana: Valdepráu, Cereceda y Valdebaró. Los topónimos dispuestos en esta plasmación fotográfica de la realidad permiten llamar estos riscos, sierras, pueblos y valles por su nombre.
Mirador del encinar de Arabedes

_Mas llama la atención, dentro de esta panorámica, la existencia de un monasterio en las faldas de La Viorna.
  ¿Quizás en ese monasterio se puedan encontrar respuestas a nuestras preguntas?
  Pero, ¿cómo llegar hasta ese centro monástico?
  Cuenta la leyenda que un monje llamado Toribio, nacido en Turieno, buscaba un lugar para meditar, alejándose del ruido mundano. Subió al Monte de La Viorna, y desde sus cimeras concluyó: ´Donde caiga mi cayada, allí será mi morada´.
  Si se quiere encontrar el misterio que flota en el ambiente lebaniego habrá que ponerse a caminar para seguir los pasos de aquel ermitaño.
  Por lo pronto, debe bajarse de este monte -Arabedes-, apoyo de Ándara, y regresar al punto de partida en Potes.
Potes

_Aún resta un tramo de camino por el encinar y algún panel explicativo que la gente deja de lado, quizás por bajar más pendientes del resbaladizo sendero que de los atractivos del entorno. Sí llama nuestra atención el relativo a los incendios (Foto ampliación). Como buen poste de madera, resistió al incendio, tal como logra hacerlo algún tipo de árbol o sus semillas; mas no tuvo tanta suerte con sus cimientos.
  Suavemente la senda se deja caer a la pista del puerto de Potes. Por sus tremendos desniveles se llega con prontitud a los dominios de Potes. Viendo desde arriba el estado de plenitud de los aparcamientos principales de la villa, casi se echa de menos el silencio del encinar, la soledad buscada cual monje lebaniego.
Potes

_En la misma área deportivo-cultural en que se iniciara nuestra ruta, aún se conserva un viejo panel del ´Madroñal del Monte Arabedes´ (Itinera Lebanensis, rutas autoguiadas).
  Recuerdo ver el madroñal hace años, por la pista del Puerto de Potes por la que se acaba de bajar. Es parte del recorrido largo que envuelve el Monte Arabedes, pero que se ha acortado para disfrutar de una mirada somera del encinar. Como nuestra idea actual se concentra en recorrer los pasos del monje Toribio, aprovecho el respiro para leer el texto del panel, por si en otra ocasión...
  ´El madroño (Arbustus unedo), conocido localmente como aboriu, es una especie arbustiva muy conocida y característica de Liébana. Sus típicos frutos rojos, llamados borrachines, han sido tradicionalmente objeto de recolección en los meses otoñales, aunque actualmente apenas hay personas que les presten atención. En Cantabria el madroño aparece siempre ligado a los encinares y alcornocales, es decir los bosques esclerófilos de tipo mediterráneo. Su presencia como especie dominante en las laderas del monte Arabedes no es habitual y requiere una explicación, puesto que en la zona apenas aparecen encinas o alcornoques, que en principio deberían ser los árboles predominantes.´
  ´El madroñal del monte Arabedes es una formación singular debida a la regeneración espontánea de una ladera antaño deforestada. El madroño es una especie termófila y prospera con mayor rapidez que encinas y alcornoques, viéndose favorecido localmente por varios factores: el sustrato pizarroso, con suelos secos y de escaso desarrollo; la orientación meridional de la ladera; y la banda altitudinal en la que se ubica, entre los 450 y los 650 metros. Si fueran otras las condiciones ambientales, en lugar del madroño encontraríamos otras especies pioneras, como por ejemplo el laurel, que prospera en ambientes de encinar cantábrico, más frescos y húmedos. Con el tiempo, si el hombre no interviene, el madroñal de Arabedes dará progresivamente paso a un bosque maduro dominado por las encinas o los alcornoques.´
  Foto pequeña: Vista aérea de Potes, con las iglesias de San Vicente y, parcialmente, la Torre del Infantado.
  Foto ampliación: Plaza de Jesús de Monasterio, con las iglesias de San Vicente Mártir (parroquial) y la antigua de San Vicente.
Monte Arabedes

_Una última mirada al circuito recorrido, en los cofines mediterráneos de Los Picos de Europa lebaniegos (pinchad en la foto del apartado para el recorrido por el encinar del Monte Arabedes).

 
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