 |
|
|
|
|
Cuetu Agudos (Macizo Occidental) |
|
 |
|
|
 Caín es un pueblo de montaña perteneciente al municipio de Valdeón (Provincia de León). Se esconde en un cerrado valle a orillas del río Cares. Sus vecinos han vivido un secular aislamiento, sólo vencido con audacia e ingenio, abriendo caminos en los vacíos infinitos de las entrañas de Cerredo y Peña Santa. Una carretera de montaña, estrecha, pindia y sinuosa, es su única comunicación con el Valle de Valdeón. Su tradicional relación con los vecinos del pueblo asturiano de Bulnes ha decaído con el paso de los años y el abandono de la vida rural. La construcción de un canal a través de la Garganta del Cares ha permitido sustituir los viejos senderos trabajados en la peña, por un camino casi plano de considerable amplitud. Este camino de servicio del canal, conocido como ´Ruta del Cares´, constituye en la actualidad uno de los principales reclamos turísticos de los Picos de Europa, que sostiene una incipiente economía basada en el sector servicios. El despunte de la hostelería ha respondido a un repentino ´boom´ turístico, que no ha dado tiempo a asimilar. La rápida construcción de establecimientos hosteleros irrumpió del día a la mañana sin respetar una adecuada ordenación del pueblo y del tipo de edificación.
|
En la convergencia de las Canales de Mesones y de La Jerrera, oculto entre las estribaciones boscosas del Cuetu Agudos, en un rincón de una plana hondonada de praderías, pervive a duras penas el enclave de Caín de Arriba. Dos son los caminos que comunican ambos pueblos. El más directo es ´El Sedo´. Gana altura rápidamente hacia la peña que domina las tomadas faldas herbosas que bajan por la margen derecha del Río Chico, a su paso por Caín.
Se toma la empedrada callejuela que sube por detrás de la iglesia, bordeando asimismo la bolera contigua. Manteniendo la dirección, un corto desnivel nos saca del pueblo dejándonos a orillas del Río Chico. Por un puente pasamos a las cuadras e invernales de las afueras de Caín. El camino del Sedo pasa desapercibido. El desvío se encuenrtra al lado de los invernales. Ha de dejarse el camino principal para subir por un estrecho y empinado sendero terroso que se adentra entre las crecidas hierbas y helechos de las laderas orientales que delimitan la margen derecha del río de Caín.
Se gana altura con rapidez. Enseguida se está al pie de la peña, a la sombra de voluminosos y solitarios árboles. A cada paso se va haciendo más evidente la dura vida de los vecinos de Caín. Un complejo sistema de canales trata de abrirse paso en un laberíntico agolpamiento de torres calizas que rebasan las nubes en busca del cielo. Caín es un lágrima de fertilidad perdida en el corazón de un río engullido por los colosos de los Urrieles. Un pueblo incomunicado que busca su subsistencia en cegadas canales y terrazas de pastizal incrustadas en la peña. Mudos asentimos a una verdad inmutable: los cainejos no mueren, se despeñan.
|
El camino -dije- remonta toda la ladera, llegando a la base de la pared que la interrumpe. Apartado en una esquina del camino un bebedero invita a los remisos a dar los primeros tragos de agua. El cuerpo ya ha roto a sudar y no ha de esperarse ha que la sed nos obligue a beber. Mejor aprovechar las fuentes, antes de tener que tirar de las reservas que llevamos en las cantimploras y que se echarán de menos cuando las horas de marcha y la ausencia de manatiales nos den el toque.
Al lado del bebedero está ´El Sedo´, que dobla la peña por este costado. Un cable de seguridad borra el peligro de un paso acondicionado que no responde a la significación del topónimo (sedo: paso malo); pero de cuya peligrosidad da fe el hecho que cuentan de que en El Sedo un muerto mató a tres. El resbalón de uno de los vecinos que portaban un féretro, arrastró a otros dos compañeros con él.
El escalonamiento del Sedo, da la espalda al Macizo Central, mirando de frente al Cornión. No es menos agraciada, en cuanto a su salvaje virginidad, la estampa que este macizo proyecta sobre las profundidades de Caín. Si Cerredo es el cénit de las canales de Caín por la vertiente del Macizo Central, Peña Santa lo es por el lado del Cornión.
El complejo entramado de senderos y canales alcanza sus más altas cotas en el entorno de Peña Blanca. La boca del Joón se recorta desafiante en la cabecera de la Canal de la Jerrera. Hojas, Tremospandos, Moñero, Oliseda..., topónimos de una orografía propia de un desierto vertical de pesadillas.
|
Caín de Arriba es un pueblo moribundo que se va reconvirtiendo en invernal. El adecentamiento del viejo camino de La Herradura permite llegar con los tractores facilitando el transporte de material. Las rodadas atraviesan un pequeño rellano de campera vertebrado por la riega de La Jerrera. Riega brevemente remansada tras salir escupida de la ceñida angostura de entrada a la canal, a través de una sucesión de saltos y pozas.
El pueblo reparte los voluminosos invernales por el ondulado campo en que se ha engolado. El fértil suelo abonado por cabras y ovejas queda recubierto por un manto impenetrable de ortigas. Grandes tilos se reparten entre los invernales. Sus flores representan uno de los tradicionales aprovechamientos del valle. Aún es frecuente ver a los vecinos de Caín cortando sus cañas en la copa de los árboles, y a las mujeres sentadas en el pueblo pelando las flores. Al lado del camino sorprende un pequeño huerto. Muy cuidado y cultivado, está cercado por una malla de gran altura, afincada en gruesos postes y con una puerta de entrada. Tomates, vainillas, pimientos, lechugas..., un completo surtido para cubrir las necesidades de casa.
|
|
|
|
|
|
