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Imágenes de una vida en la montaña (XXX)* |
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Nada más trasponer, en El Ventaniello, al Pajar del Diablo, en la revuelta subsiguiente de la calzada, enlosada a modo de mirador, otra lección magistral detiene el plácido y fresco paseo: ´El Pajar del Diablo:
Se denomina Pajar del Diablo al tramo de la calzada que aquí se eleva sobre el río adaptándose a la curva del meandro.
Diablo es una interpretación Cristiana que nos sitúa en el momento histórico de la traumática y agresiva conquista romana. La misma versión explica otros nombres semejantes en el imperio aplicados a monumentos que son romanos en su origen, existen: (Puente del Diablo sobre el río Reuss al pie del San Gotardo en la vía a Lucerna, Puente del Diablo en Martorell sobre el Llobregat con inscripciones de la legión VI-IX-X, la legión Hispana consta en Verdiago, Puente del Diablo nombre vulgar que se da al acueducto de Tarragona que mandó construir Adriano, en Alemania se conoce como ´Teufelsmauer´, ´Muro del Diablo´, a la sección del limes romano correspondiente a Baviera). En cuanto a Pajar responde a la filiación prerromana del nombre explicado por el radical hidrónimo Pal del que viene también el río Pajares y muchos más.
El espléndido tramo del Pajar del Diablo sobre el río ha sido ganado íntegramente a la roca. A base del producto extraído se levantan los grandes muros de contención. Los muros son consolidados por un retranqueo sobre plataforma. En la base y en superficie existen grandes losas cuya parte más ancha descansa hacia el exterior mientras que la estrecha penetra al interior. Esta disposición está pensada para otorgar estabilidad a una vía tangencial a la pendiente´.
Texto: Eutimio Martino-Siro Sanz
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Leído el texto, y mientras examinaba el mágico entorno, me alcanza un solitario. Es una persona mayor, incluso en estatura. Poco pelo y traje negro. No lleva corbata y sí una camisa blanca. Contrastan sus playeros claros. No viene de muy lejos, pues no lleva mochila (tampoco yo); mas usa playeros de correr.
No es una persona huraña. En cuanto tiene mi cara al alcance de sus ojos me saluda. Sus labios no parecen dormidos. La voz sale por su abertura en forma de palabras inteligentes.
Su cara amable favorece una conversación distendida. Aunque no recuerdo su nombre, no olvido la esencia de su saber. Vive en Crémenes, pero pasó su niñez en Villayandre. Su vestimenta distaba mucho de la de un pastor. No su conocimiento del valle y sus montañas. Culto y estudioso, trabajó en Asturias y, sobre todo, en el País Vasco. Era experto en meteorología y vuelo sin motor. Publicó algún artículo en periódicos de León.
Es amigo del Padre Eutimio.
Yo, al principio, no caía en quién era el Padre Eutimio. Poco a poco empecé a hacer memoria. Recordaba vagamente que D. Eutimio Martino era jesuita. Cambiando el tratamiento de respeto (´don´) por la referencia religiosa (´padre´), pude entender que hablábamos de la misma eminencia.
´El Padre Eutimio es un sabio´, dijo, ´pero no tiene ni idea´. Este vecino de Villayandre (desde su jubilación de la capital, Crémenes), acompañó al Padre Eutimio en sus recorridos por la naturaleza de la cuenca del río Esla. Don Eutimio cuadraba la toponimia y el terreno de Crémenes con la toponimia y el terreno del ´Mons Vindius´. ¿Qué había pasado hace más de dos mil años?
El vecino del Esla cuenta las historias que, de niño, oía a sus mayores. Conoce todos los nombres de su terruño. ´El Camino Real lo hizo un Rey, creo que Carlos III´, continúo diciendo. ´Nada tiene de romano´.
´La horcada por la que pasa el camino es El Ventaniello´. Siguió nombrando muchos de los rincones de la encañonadura del Esla, tanto del Camino Real, como de otros accidentes relativamente próximos, como una collada, en lo cimero, cuyo topónimo hace referencia a un pumar (manzano).
´El Pajar del Diablo es una cueva, según nos contó -a Carmen y a mí, pues Carmen había dado la vuelta al ver que tardaba- de difícil acceso´.
Se hacía tarde. Inés y Jose, que habían continuado la marcha, ya estaban de regreso. Nos despedimos -aunque también volvíamos hacia Crémenes- pues, nuestro guía local, en dos pasos, nos dejó atrás.
Una última mirada a una camino, romano o no, medieval o no, tradicional o no, que termina en la Venta de Valdoré, cerca del pueblo del mismo nombre (de nuevo en la carretera nacional de Cistierna).
No acabamos la ruta. No importa. Las piedras seguirán aguantándonos siglos y siglos; pero las personas pasan. Podremos recorrer la vieja ruta del Esla años y años, mas los encuentros casuales con la sabiduría popular son un legado que no tiene precio.
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¿Dónde está el Pajar del Diablo?
Agradezco a Don Eutimio y a D. Siro Sanz la ayuda prestada con sus textos; sin embargo, el epitafio de este recorrido de conquista, dejo que lo grabe este otro sabio, natural de Villayandre:
´El Pajar del Diablo es aquella cueva´ -dijo, señalando al enorme peñasco bermejo que se yergue sobre la calzada-. La cueva era difícil de ver, pero se intuía su boca, gracias a la luz de la tarde, que reflejaba la tonalidad bermeja de la roca. Prácticamente se sitúa a la mitad de la pared, medio oculta en una vira colgada sobre el abismo. ´Subíamos de jóvenes hasta la cueva -continuaba relatando-, trepando por la peña. Dentro de la caverna crecía un roble; pero no crecía a lo alto, sino que lo hacía casi en horizontal, hacia la boca de la cueva, buscando la luz del sol´.
Espero haber cumplido con humilde dignidad la tarea encomendada por Caleyando Mundiu Alantre, la amiga trotamundos llastrina, también sabia, que dice en pocas palabras lo que a mí me ha costado una eternidad. ¿Por qué no retarla a que ponga fin a la historia en su blog, con la subida al Pajar del Diablo?
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