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Rutas por los Picos de Europa

Vega Huerta -1ª parte-: La Duernona (Macizo Occidental)*

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El ChamozoLa cabaña del Chamozo tapa, en la foto miniatura, el salto reseco de la Medoria (escupidera de todo el canalón de Valdecarombo).
  La pared de la cascada no permite el acceso a dicha encañonadura. Este inconveniente se evita por la cuesta que se aprecia a la izquierda de la imagen.
  Se deja la cabaña, caminando hacia el lecho polvoriento del viejo cauce renacido de la Medoria.
  Del lecho reseco parten dos caminos. El inferior apenas sube unos metros, por los taludes terrosos de esta cuenca. Toma dirección Noroeste y está señalizado como PR. El tramo de subida es engañoso, pues su tendencia es descendente. Tiene que perder altura, para meterse en la boca de la Jocica.
  El camino superior, menos definido al principio, sube a cortar en diagonal la misma ladera. Su sentido es claramente ascendente (Norte).
  Se sigue el sendero en los primeros metros. En cuanto ceden los riscos de La Medoria, se deja para tirar ladera arriba (dirección Nordeste).
  Foto ampliada: La altura ganada sobre la cabaña del Chamozo, evitados los riscos de la Medoria. Por la abertura de la cuenca del Dobra, llegan a verse las picas envolventes de su cabecera: el Cueto Los Callejones (Samaya) y el Pico Jario.
Cotorra de EscobañoAl dejar el camino del Joyo de los Castellanos (que apuntaré en otra de las rutas a Vega Huerta), pasando a remontar directamente toda la ladera, se pierde el sendero de Valdecarombo. Se cruzan veredas de tierra, bajo los húmedos helechos.
  A falta de referencia peatonal, se sabe que la subida corre paralela a la oculta (aunque intuida) acanaladura del torrente de La Medoria.
  A la mitad de la subida, en un rellano de campera, se abre una falsa collada hacia en canalón. En la miniatura, se intuye este cegado torrente. En la parte inferior de la foto ampliada, se pintan, desde la parte superior de la ladera, los mismos arbustos de la miniatura.
  En este rellano del costado de la ladera, las sendas se van fusionando en un único sendero. Aunque tomado por el matorral y el helecho, comienza a marcarse con mayor nitidez.
  En todo caso, la ladera rompe en la base de un vasto paredón. Corona el desventío un solitario árbol. Un vigía del bosque habituado al abismo. Sin llegar a tocar la pared, basta con girar a la derecha, coronando la collada que devola al canalón.
  El matorral ahoga el rastro del sendero. Las altas hierbas doblan sus puntas sobre caja de senda. Si antaño fue un camino transitado, no aguarda un futuro de muchas pisadas. El abandono del pastoreo se irá manifestando en cada recodo del viejo paso de Valdecarombo.
  Foto ampliación: Mirando a la derecha de la Cotorra de Escobaño la zona del Collao de Barcinera, se aprecia toda la altura perdida en la bajada a Carombo.
Collada de entrada al Canalón de ValdecaromboEntre matorral se cruza la collada. El sendero baja a sumirse en el pedregal del Canalón de Valdecarombo (foto miniatura, sacada desde el lecho reseco del canalón).
La collada es inconfundible, pues queda asustada ante la imponencia de este mundo silencioso del Cornión (como se verá en la ampliación de la línea siguiente).
  La foto grande de este apartado mira al Oeste, a la colorida ceñidura entubada precipitada sobre el salto de La Medoria. Al fondo el Prao de Las Segadas, en los extremos de Peña Beza.
Canalón de ValdecaromboDe la collada la senda baja directa al Canalón de Valdecarombo, vigilado por La Torrona (foto grande).
  Se progresa por este corto brazo del canalón. El terreno pedregoso no impide seguir los rastros de una vereda.
  Debe prestarse atención, pues los senderos del ganado buscan el resguardo del hayedo, sito en la cabecera de este apéndice de canalón. Nuestra ruta gira en cambio al Nordeste, donde la torrentera queda apretada en un recodo de llambria pulida (foto chica).
  En la misma miniatura se apunta el cruce de veredas, el embudo del reseco torrente y, al fondo, las sendas de tierra que caminan a los pastos y traviesas de la vertiente del Frade.
Canalón de Valdecarombo y Cotorra de EscobañoLa llambria pulida del embudo puede engañar al montañero. Raras son las ocasiones en que el agua resbala por la caliza. Aunque no se trata de una ruta para recorrer con mal tiempo, fue, en una ocasión, una vía de escape de Vegahuerta. Una buena tormenta me pilló en esta vasta collada de pastizal, en las faldas de Peña Santa. El Camino del Burro es muy expuesto en caso de nube, pues recorre toda la cimera de este rincón del Cornión. La bajada más directa era por La Duernona. No dejó de llover, con fuerza, hasta Soto; sin embargo, este tramo cegado del canalón no acumulaba más agua que los caminos del bosque. No fue una trampa sin salida, sino un corto rebalgo más en esta larga bajada.
  Descorchado el cuello de botella de este apunte de torrente, se abre otro brazo del canalón. El sendero va ascendiendo por la izquierda, evitando el lecho pedregoso (foto pequeña, con una mirada a los pasos recién andados).
  Mientras la reseca garganta gira, apretada, hacia la derecha, la senda sigue directa a las peñas que la cierran.
  Canalón y sendero vuelven a separarse. Una vez continué por el cauce pedregoso de aquél, mirando si había algún obstáculo que propiciara el rodeo del sendero. El paso es franco, aunque, no sé por qué, seguí usando el sendero. Sí es verdad que en estos años, los avellanos están comiendo terreno a la pedriza (2010, última vez que pasé por esta zona).
  Antes de chocar con la peña, la vereda tira a la izquierda, en sentido opuesto a la -de nuevo- ceñida garganta. Entra en una rampa diagonal (foto grande, a la derecha -visual- del canalón) con afloramientos parduzcos de roca.
  Foto grande: En el horizonte despuntan las montañas de Ten y Pileñes. Menos marcadas (y más modestas) se humillan el Pozalón y el Niajo, en Sajambre, dentro de los dominios administrativos del Parque Nacional de los Picos de Europa.
rampa de escape de ValdecaromboEn la rampa diagonal, opuesta al sentido del canalón, todavía se conserva el rastro de una débil vereda. Los afloramientos de roca parduzca contrastan con las peñas calizas que la dibujan (como se aprecia en la foto pequeña).
  Coronada la rampa, el sendero se pierde entre las altas hierbas de una vega llana. De frente continúa una traviesa, cuyo fin se pierde en el canto que dobla. Se trata de un escape hacia la cimera de la cuesta recorrida desde El Chamozo. 
  Nuestra ruta, en la pequeña llanada de herbazal tira hacia el Nordeste. Gana un poco de altura para entrar en una traviesa.  Para retomar el sendero, perdido entre hierbas y retoños de avellanos, se remontan unos metros hacia las manchas de pedrero, esparcidas por la traviesa.
  Se va dejando abajo la rampa recién subida (foto miniatura, al fondo las estribaciones de Peña Beza y el Canto Cabronero). La continuación de la tavesía se va definiendo entre un llomo de peña, que comprime el canalón, y los franqueables farallones que descienden de los pastos de Las Pandiellas (foto grande, en línea con el interminable canalón de Valdecarombo).
Canalón de ValdecaromboLa traviesa, reconvertida en su final en encauzado pasillo, termina en una collada de pasto. El sendero, remarcado en las zonas de pedriza, toma como referencia las peñas de la izquierda; pues el fondo de la vaguada está tomado por los retoños de avellano.
  La collada está formada por un morro pétreo aconchado. Sus romos flancos parecen espolvoreadaos por los aludes frenados en este embudo del Canalón de Valdecarombo, dado el pulimento de su deslumbrante caliza.
  Al otro lado de la collada, el canalón se muestra en toda su inmensidad. Taja un surco lineal y profundo en este vasto mundo de Valdecarombo. Sus cimeras se pierden en los pastizales alpinos de los Altos del Verde (foto pequeña).
  El sendero de bajada a esta cuenca de predera no se deja caer, sino que efectúa una controlada travesía por la barrera de peña que sustenta los pastos de Las Pandiellas.
  Se pasa cerca de un solitario árbol, un jito natural para marcar el paso en uno u otro sentido. El sendero muere de forma irremediable, tapado entre hierbas, matorral e incipientes avellanos. En la foto grande se divisa el recortado árbol, como gendarme de un camino extinguido. La mirada al Canto Cabronero distrae la atención de un suelo exuberante que ahoga los vestigios pastoriles.
Canalón de ValdecaromboEl sendero, a cachos intuido, en otros perdido y en los más luchando por su pasado, va convergiendo con el lecho pedregoso del canalón.
  Casi sin llegar a tocar la lengua de piedras, sorprende una verruga del mismo, un diminuto circo o falso cuenco, abierto en este costado de la rectilínea angostura (foto grande).
  En esta misma foto vuelve a mostrarse, en parte, la Punta Extremera, erguida sobre el muro que cierra el circo. En el corte de dicha torre, se encuentra la collada de paso a La Duernona (Nordeste, desde este punto); sin embargo, el Canalón de Valdecarombo, se dirige, sin escape, en dirección Este, con tendecia más acusada al Este-Sudeste. Es decir, se escora hacia otros pastos.
  A la derecha -visual- de la Punta Extremera (foto grande), llama la atención otro jito natural, un arboluco arbustivo afincado en las peñas que cierran el circo por este lado.
  Ese arbolillo marca el paso del camino de la majada de Las Pandiellas.
  Foto pequeña: Canalón sacado desde la vira de entrada a los mundos de Valdecarombo. A la derecha de la lengua de piedras está la collada recién pasada, entre el romo cueto de caliza y el árbol de la línea anterior. Al fondo, Las Segadas, bajo los contrafuertes de Peña Beza, y el Canto Cabronero.
paso clave del camino de la majada de Las PandiellasSe remontan unos pocos metros por el canalón, por un costado de la pedrera de su lecho. Pronto se deja su rectilínea angostura, para entrar por una vira natural a mano izquierda (Norte-Nordeste).
  Dicha vira conserva, aún, los restos del viejo camino de la majada de Las Pandiellas. En su inicio presenta una relativa amplitud, estrechándose a medida que se progresa por la misma.
  El sendero se torna llambria en la airosa salida. El paso asusta más cuando se hace en bajada. Entonces la entrada a la vira se oculta, la llambria parece más inclinada y al salto sobre el cuenco cegado se vuelve más aéreo. En esquina inferior izquierda de la foto pequeña se apunta esta entrada superior a la vira. El Canalón de Valdecarombo fluye entre este paso y la mancha de hayedo del otro lado. Al fondo, Ten y Pileñes, en la Cordillera Cantábrica.
  Foto grande: Detalle del jito arbustivo de la vira. Superada ésta, se alcanza el rellano de pasto, sito -visualmente- bajo la Punta Extremera.
Majada de Las PandiellasAposentado el sendero en el rellano, pasa a observar todo el mundo del Valdecarombo. Un abanico infinito se abre desde las Garitas hasta los Altos del Verde, dejando en el centro la vertical Punta Extremera.
  Ni brújula ni mapa. Valdecarombo es un océano de pasto, con aguas tranquilas entre olas encrespadas a modo de cantos calizos, cuetos y canalones.
  Veredas removidas de pezuñas, vagando sin rumbo de pasto en pasto, de acanaladura en acanaladura, de vega en vega.
  En los océanos y desiertos de nuestro hemisferio la estrella polar era la luz que guiaba al navegante. En las laderas tortuosas de Valdecarombo, dicha función corresponde a la Punta Extremera.
  No obstante, aún resiste una leve estela pastoril. Aunque se aparta de la estrella que guía nuestro viaje, su espuma se abre paso entre el matorral invasor.
  La vereda empieza a ascender en dirección Norte-Noroeste, sobre el corte del cuenco anexo del Canalón de Valdecarombo. Dobla a una canaleta, por la que remonta terroso, a espaldas del empozado cuenco.
  Ganada altura dobla por la loma del otro costado. Entre el matorral quiere apreciarse la caja del antiguo camino. Sube faldeando en dirección Norte al fondo de otra vaguada.
  En ésta, mezclados entre pedrera y llambria, perviven los restos de cercados de piedra. Siguiendo el sentido del camino, en la collada contigua, se recortan los restos de una cabaña, vestigios de la majada de Las Pandiellas.
  Los restos de la cabaña de Las Pandiellas son el objeto de las fotos pequeña y grande. Ésta está tomada algo más arriba que la miniatura, destacando la verde vega aneja a las ruinas. Las Pandiellas son vega de pasto. Aún acuden los rebaños a pastar y abrevar, dejando un color característico, distinto del resto de la ladera. Sin llegar a ver la cabaña, se adivina, por esa curiosa tonalidad, la ubicación de la vieja majada.

 
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