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Vega Huerta -1ª parte-: La Duernona (Macizo Occidental)* |
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 Debemos elevarnos sobre las nubes para el sueño de Vega Huerta (foto ampliación); mas nuestro siguiente paso es la bajada hacia las orillas del Dobra.
El camino sigue la cuerda de la collada, lindando el hayedo con el breve claro de Barcinera, que vierte al Dobra. Lo vemos entroncar, unos metros más adelante, con la pista que se dirige a Vegabaño.
Bajamos por la campera, de espaldas a la collada (foto miniatura), atajando hasta aquella pista, con dirección a los fondos de Carombo.
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 La bajada a Carombo no se precipita directamente desde el Collao Barcinera. La pista busca un respiro de unos doscientos metros. En este tramo de transición la caja de la pista se desdobla en dos ramales.
El de la izquierda va quedando oculto entre la hojarasca. Tuvo su época de esplendor, cuando los pueblos subían a las majadas de altura. El sendero, salido del bosque, se encaramaba a los cantiles bajíos de Beza. Por la vuelta de Los Porros, se pasaba a las faldas del Canto Cabronero, donde se recogía la majada de Llaviñeru.
La pista principal (aunque va degenerando en una camino con apuntes de sendero) continúa paralela a la riega de La Rebellada (aunque distanciada de ésta), cuenca alta entre la pista de Carombo y las laderas de La Cotorra de Escobaño.
Pasado el cruce, la pista fluye sin descanso por las vertientes del Dobra. Un árbol caído de un reciente temporal, da el golpe de gracia a la descuidada pista. Una perdidas revueltas del camino, marcan el inicio de la larga bajada, bajo el resguardo del hayedo (foto miniatura).
Pronto se retorna a un alargado claro del bosque (foto ampliación). El camino se difumina entre el pasto, mas es el mismo terreno el que nos llama a los rediles del Dobra.
Los helechos se agolpan; las nuevas hayas crecen con fuerza. Algo está cambiando en Carombo. De momento, no nos apercibimos, pues nos deleitamos con otras sendas que se marcan al otro lado del río. Quizás las descubramos, en otras variantes de acceso a Vega Huerta.
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 Un bonito rincón (foto ampliación) marca un paréntesis en la línea de claro que vertebra el camino de bajada a Carombo.
En esta doble larga pradera, se difuminaba la pista, pero se retomaba en la punta inferior del claro. De la vieja pista, en tramos, apenas queda una vereda que foza entre los arbustos (foto miniatura).
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 Cede la exuberancia de la antesala del hayedo, mientras se perfila la vieja caja de pista. Otro momento para gozar de la sombra de los árboles.
Los helechos van modelando el ancho del sendero. Una mirada atrás, permite ver la senda que siempre volveremos a soñar. Las estribaciones de Beza se despiden (foto miniatura).
El camino salta la riega de La Rebellada, difuminándose por los pastos del bajo Carombo (foto ampliación). Entre ambas imágenes hay un mes de diferencia, suficiente para que los mustios helechos dejen revivir los postes y marcas del PR de la Jocica.
Al final de esta campera (foto ampliación) crece el alto y poblado árbol de hace de jito vegetal. A sus pies se gira a la derecha, nunca a la izquierda. La traza de camino se recupera enseguida.
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 Perdido el sendero, pérdida segura. Con pintura y sin pintura, el tramo del sendero descrito en el apartado anterior, ha dado pie a muchos extravíos, la mayoría sin mayor relevancia.
Del árbol a la derecha, prácticamente el montañero tropieza con el camino.
La importancia se este camino, viene dada por ser la ruta de paso al otro lado del Dobra; pues se valen hombres y ganados de un puente amplio y firme.
El río Dobra, era línea divisoria del antiguo Parque Nacional de la Montaña de Covadonga. Afluente del Sella, en su discurrir baja desgajando el Cornión de su apéndice el Precornión.
El puente sobre el río Dobra hace de bisagra de engarce entre ambos reinos calcáreos.
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 El río Dobra, afluente del Sella, fue, durante varios decenios, límite natural del primigenio Parque Nacional de la Montaña de Covadonga. Aún se conserva un panel de reseca madera, que contiene sus normas de protección (foto ampliada).
El camino salta por el puente a la Montaña de Covadonga. Por breves instantes, sirve de homenaje a los bosques atlánticos representativos de este Parque. Reserva forestal, acompasada con el fluir del rugiente Dobra (foto miniatura).
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 El camino dobla por la esquina del hayedo. Perpendicular al curso del Dobra, se difumina en un laberinto arbustivo, antesala del bosque anejo.
Las marcas del PR de La Jocica (foto miniatura) pugnan por guiar al montañero en este revoltijo de claros de vega. Reto inútil, pues los montañeros de la foto ampliada caminan con confianza por las pisadas del ganado.
En cuanto cede el boscaje arbustivo, los ojos retienen un plano de todo el conjunto de Carombo.
Foto ampliada: Desde los fondos de Carombo hasta la Punta Extremera, se extienden los pastos de Valdecarombo. Este vasto mundo de canalones, vegas, ruinas y caminos, se precipita por el salto de La Medoria.
A medida que el montañero se aproxima a la base de la escupidera, va a ir perdiendo la referencia global del recorrido.
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 La solitaria cabaña del Chamozo es jito de encrucijada de caminos. Este punto neurálgico de Carombo recibe las veredas procedentes de Vegabaño, El Frade, La Duernona, Valdelasombra, La Jocica y, por supuesto, Barcinera.
La explicación puede hallarse en la fuente cercana, donde las vacas acuden a beber.
La Cabaña del Chamozo se desliga de las pobladas márgenes del Dobra. Aunque visible, no es la única cabaña de Carombo. El Parque está habilitando otra, más recogida entre el arbolado anexo al río, para pernoctar.
Techo, agua y compañía relajan el prólogo de esta ruta.
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