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Collao Jermoso -Parte IIIº- (Macizo Central)* Apéndice: Coordenadas GPS |
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 El depósito de hielo que hundió la depresión de Liordes, formó tres lenguas glaciares, que se corresponderían con la Canal de Pedabejo, la Canal del Embudo (Tornos de Liordes) y la Canal de Asotín.
Nuestro objetivo descriptivo se centra ahora en la Canal de Asotín. Se trata de una de las lenguas glaciares más impresionantes de Los Picos. Esta cuña de hielo separó todo el sector del Llambrión de las Peñas Cifuentes, entre las que se encuentra la Torre del Friero. La acción erosiva del hielo nos ha legado un canalón de más de un kilómetro de desnivel (una de las invernales clásicas de España), en un ambiente inigualable por su belleza.
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El mismo recorrido por el camino del sedo, lo hacemos ahora en sentido opuesto (Noroeste), en paralelo, pero con considerable diferencia de altura entre ese camino del sedo y el que desciende por la Canal de Asotín.
La canal se inicia por una alfombra ondulada de vega, donde apenas se conservan restos de vida pastoril. Toboganes de verdor, remansan en vergeles de descanso.
La evidencia del terreno nos puede complicar. El sendero remonta a una colladuca, para proseguir su descenso lineal. No tenemos que remontar esta pequeña tachuela o promontorio, sino que nos dejamos llevar por el curso invisible del agua. Nos vamos desplazando a la derecha por vaguada de pastizal (foto miniatura).
En este punto clave hemos abandonado el camino transitado de la Canal de Asotín, para adentrarnos en el valle del Lago Bajero.
Ambos senderos bajan paralelos, y se intregran en el mismo fondo de la Canal de Asotín. No obstante, esta variante evita que el lago pase desapercibido para el montañero, pues el camino principal no pasa por este vestigio lacustre.
Foto miniatura: Desvío de la línea directa de la Canal de Asotín. En lo alto Las Colladinas y la vira diagonal de enlace entre los lagos.
Foto ampliación: Peñascal. En caso de niebla, no hay que desesperar, pues hasta chapotear en la orilla del lago, el terreno no necesita de brújula.
A medida que perdemos altura, la vira entre lagos cambia de aspecto. Casi nos alegramos del rodeo por Liordes.
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 En el último tramo del valle cede el canchal, aunque los aludes de piedra caídos de los farallones de Asotín, apenas se frenan en los lindes del pastizal que recubre el fondo de valle (foto miniatura).
El sol penetra entre las nubes, resaltando una lágrima oculta en el cegado valle: el Lago Bajero. La fina lluvia caída durante la madrugada, semeja el rocío de un día veraniego. Las gotas atrapadas en los cardos, se pegan a nuestros húmedos pantalones (foto ampliación).
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 Aprovechamos el claro de la media mañana para tocar la orilla del lago (foto miniatura).
La niebla ha acordado una tregua. Antes de juguetear en el lago, examinamos con detenimiento el lugar (foto ampliación). La charca se estanca en el fondo de la vaguada. Destaca un cerco de piedra, al otro lado del lago.
La salida natural apunta a la collada cimera de la ladera en que inestablemente se sostiene. Pero puede tratarse de una collada traicionera. Evidentemente se trata de una collada de paso, mas de paso al Argayo Congosto (enlazaría, por encima de la aguja de la Señora del Tío Toribio, con la ruta de ascenso a Collao Jermoso). También apunta la collada a la vira que mirábamos de soslayo, que comunica ambos lagos: el Bajero y el Cimero.
En este caso, el terreno nos confunde. Debemos utilizar nuestra cabeza. El camino principal de Asotín, ¿no iba paralelo al del lago Bajero? En efecto, sólo los separa toda la morrena de la izquierda. Podemos sacar el mapa para confirmar nuestras sospechas, mientras descansamos a la vera del lago.
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 Si nuestros amigos los rebecos nos guiaron en la confusión de la niebla, contamos ahora con la riqueza de un compañero que nos deleita con la ciencia de la vida.
¿Una laguna es simplemente una charca?
Si hacemos como Alicia, y miramos detrás del espejo, veremos un universo de fábula. En una lección magistral, al calor esquivo sol, descubrimos un ecosistema oculto a los que no tienen ojos para ver.
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