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Imágenes de una vida en la montaña (XXIV)* |
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Creo en un Dios que se hizo niño en un pesebre. En una Madre que creyó en Él. Y en un esposo que creyó en ambos. Creo en unos Magos, que vinieron de Oriente buscando una estrella. Es decir, creo en La Navidad. En volver a nacer todos los años, buscando una estrella que, tantas veces, se oculta entre nubarrones; pero que vuelve a brillar cada 25 de Diciembre. Dicen que dos desilusiones jalonan la vida de un hombre. La primera sería, que las reliquias de los Tres Reyes Magos, se quedan en la Catedral de Colonia, y no vienen cada 6 de Enero a traer presentes a los niños buenos. La segunda desilusión nos llega cuando despertamos en el sueño eterno y no vemos al Niño del Portal. En realidad, no me importa que me engañen. Me basta ver la cara de felicidad de los niños, cuando preparan el Belén y cuando se sientan, en el regazo de los Magos de Oriente, para presentar la carta con sus ilusiones. Y me basta ver la estrella que ilumina las montañas cada día, aunque haya muchos días de frío y tormenta. Y también recordar las miradas dulces de Santa Teresa de Jesús o de la Madre Teresa de Calcuta, antes de ser polvo junto a ellas. ¡Qué engaño más sublime! Feliz Navidad y feliz día de Reyes. Que os traigan muchos regalos. A mí me han dado uno: la inocencia. Belén de la Santa Cueva (Codavonga). 2010
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