Los verdes brotes de la primavera se convierten, con el paso de los meses, en un manto de hojas resecas que triscan al son de los silenciosos montañeros. El bosque es algo más que un ecosistema. Es el olor, el tacto, el laberinto de luces, el sonido de las hojas o el ulular del viento entre sus ramas; es, en fin, el gusto por la belleza que oxigena nuestra mente.
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