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Rutas por los Picos de Europa

Jultayu (Macizo Occidental)* Apéndice: coordenadas GPS

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Las dos últimas páginas de esta ruta se centrarán en la descripción del camino de descenso de la Vega de Ario a Gamoneo por el Lago La Ercina. Es la alternativa sencilla al complejo terreno apuntado en páginas anteriores, una bajada por caminos amplios o señalizados y bastante frecuentados. Sin olvidar algún requiebro interesante, como el apuntado por los entresijos de La Llucia.
VEGA DE ARIO - LAGO LA ERCINA (2 horas 30 minutos)
mesa de direcciones en El JitoEl camino de descenso de la Vega de Ario al lago La Ercina está señalizado como uno de los Senderos de Pequeño Recorrido del Parque Nacional de los Picos de Europa (PRPNPE), con marcas blancas y amarillas. Dicho PR se ha continuado hasta la boca de la Canal de Trea, degenerando paulatinamente las marcas oficiales en manchas de pintura amarilla que complementan las ya existentes (algo así como una por piedra). La señalización es reciente, y ya se ha perdido alguno (sin comentarios).
    Entre Ario y La Ercina podemos trazar tres líneas imaginarias irregularmente paralelas, que enlazarían distintos asentamientos en forma de majadas.
  La primera línea sería la que enlazaría las majadas de Moandi, Combéu y Redondiella; en segundo lugar estaría, en el centro, la línea que traza el mismo camino normal de la vega, a través de los pastos de Las Abedulas, Campizas y Las Bobias. Una tercera línea de majadas quedaría al Sur de la anterior, y seguiría la vereda de engarce de Vega Seca con las majadas de Las Fuentes de Onís, Sobrecornova, Ceñal, Vega El Paré, La Canaleta y Les Reblagues.
  Estas dos últimas líneas aparecen bastante bien definidas en la ampliación. En primer término se encuentran las cabañas de las Fuentes de Onís. La vereda buscaría las franjas de pastizal de las faldas de La Rasa. Remonta hasta la collada que se recorta en el horizonte, frente a los imponentes Urrieles.
  El camino de Ario, muy frecuentado, se deja ver en los costados de la Cabeza La Forma. También remonta hasta la línea del horizonte, pero dobla hacia la majada de Ario por el Jito, collada superior a la de Vega Seca (a su izquierda) en la comba Sur de la Cabeza la Forma.
  Del Jito, en que se encuentra la mesa de direcciones de la foto miniatura (con el Cuvicente, la Peña Blanca, La Robliza y la Verdilluenga cerrando el circo de microrrelieves por los que transita la ruta de descenso descrita en anteriores páginas), sale visualmente el lecho nevado de la Canal del Agua, que apunta, por la abertura de su cimera, al Neverón de Urriellu.
  Esta somera referencia de la orografía humana de este sector del Cornión es obligada, dado que no se trata de líneas independientes, sino que presentan puntos de conexión que pueden confundir al confiado montañero.


Las AbedulasMe interesa, simplemente, ir reseñando esos puntos conflictivos del pisado sendero.
  El camino arranca en el mismo refugio de Vega de Ario, pero lo hace remontando unos metros al lado del depósito. Esta salida en ascenso, le permite ganar altura respecto del camino que se dirige a la majada (que es el que se continúa hacia el Jultayu o hacia la Canal de Trea). Faldea por la parte alta de la vega, paralelo al anterior, en dirección Sur.
  Llega a las ruinas altas de Ario, y se adentra en los escares que delimitan la vega en giro suave y envolvente sobre las faldas de la Cabeza La Forma.
  En unas planchas de llambria se encuentra la mesa de direcciones de la miniatura anterior. Estas alfombras calcáreas nos conducen a los jitos vigías que devolan hacia las aberturas de Las Abedulas y Campizas.
  Tras el rápido descenso del Jito, el sendero se adentra en un terreno monótono, suave y encauzado. Las mismas ruinas de las majadas de esta parte alta se confunden con las calizas del entorno (foto miniatura).
  La sierra que se extiende desde La Rasa hasta los Joulaguas (que delimitara la Vega de Aliseda por el Norte), es ahora la muralla que encauza este amplio valle de descenso. Las veredas de Las Fuentes de Onís, buscan las más favorables cangas del pie de la sierra.
  Por un instante el camino no se deja convencer por una larga vaguada de alfombrado pasto; se desvía por la derecha de su cabecera, para buscar el flanqueo de su costado. Sí se aprecia una vereda que se entuba por el lecho de la vaguada. En su día era uno de los puntos críticos del descenso, pues esta vereda es el camino de paso a las Fuentes de Onís. La excesiva masificación del camino normal, que desnuda la cuesta lateral de la vaguada,reduce considerablemente los problemas de extravío.
  Foto ampliación: entrada al sendero de Las Fuentes, con el Cuvicente al fondo.

Les ReblaguesEn Les Reblagues se intercalan los dos repechos más destacados del ascenso a la Vega de Ario. Por el sentido de nuestra marcha, apenas nos toca una breve subida a coronar la collada en la que culmina el segundo de dichos repechos (el primero en la dirección de bajada).
  El sendero corta en el descenso de la otra vertiente una cuesta bastante pendiente, girando para meterse en el fondo de una ceñida vaguada. Sale en travesía sobre un corte de la peña, que no es sino la confluencia con una de las líneas apuntadas en su momento. En la parte baja del paredón que evita tangencialmente el sendero, se encontraría la majada de Combéu.
  Tras un corto tramo de transición el camino emboca la segunda de las cuestas de Les Reblagues (foto miniatura), abierta a los pastos de Redondiella y de Les Bobies.
  Los montañeros de la ampliación llegan por el camino paralelo de Combéu, situándose prácticamente a la misma altura de la majada de Las Bobias. Algo más empozadas se reparten las cabañas de Redondiella. Por las llambrias de la parte alta de esta majada, se coge la vira de paso a Las Bobias.

Majada de RedondiellaPese a la variedad de surcos terrosos que ha trazado en la pronunciada cuesta la masiva afluencia de montañeros, Les Reblagues sigue siendo el punto más conflictivo del camino normal de Ario.
  La tendencia natural de la cuesta, que forma una falsa rampa por el lateral del embudo del Llaguiellu, invita a dejarse conducir por la vaguada en la que vierte, descansando en el remanso de la majada de Redondiella. Tres aspas de dirección equivocada tratan de marcar, en este PRPNPE, el esquivo requiebro del camino que se viene siguiendo.
  Para aquellos que venimos desde Gamoneo la caída natural sería la que marca el terreno, pues por Redondiella enlazaríamos, en el Llano el Espino, con el camino apuntado en su momento de Cueñe Mala, en regreso hacia la Vega las Mantegas o, incluso, por la parte alta de aquella majada, entraría la vereda a Las Bobias. Mil alternativas se ofrecen al montañero que gusta descubrir los infinitos recovecos de los Picos; una angustiosa pérdida espera a los demás montañeros que caminan con los ojos fijos en la cumbre sin observar los signos del camino.
  El peligro de pérdida en este punto, sucede en el trayecto de descenso. Lo más curioso es que las personas que se pierden, incluso sin niebla, ya ´conocen´ el camino, pues han subido por él.
  El camino de Ario cae a la misma boca de la vega El Llaguiellu, donde escapa la riega que escupe el sobrante de este circo de llamarga. Se cruza la riega por esta estrechura del Llaguiellu, para remontar hacia los escares de la joyosa que penden sobre La Redondiella (foto ampliación).

brezo, joyosa y escares en el camino de ArioCruzada la desembocadura de las llamargas del Llaguiellu, el sendero se torna en travesía ascendente sobre el embudo de la Redondiella. Entra en un terreno de escares donde se aferran las raíces de una pequeña mancha de hayedo (joyosa). Superado el repecho, el camino entra en una valleja por la que desciende a una cegada hondonada. Por la barrera calcárea del otro lado se cuela el sendero, en una cueñe labrada en la roca, que devola hacia la majada de Las Bobias.
  En la collada de entrada a la vega, irrumpe un promontorio de roca. En su lateral derecho se esconde un bebedero que recoge el agua de la fuente. Ésta es un surtidor canalizado en la parte alta de la peña, gracias a un tubo de manguera del que podemos liberar uno de los extremos.
  La vereda se apega al lateral derecho de la vega, en una larga travesía sobre el fondo de la hondonada, enlazando las ruinas dispersas de Les Bobies, con final en el núcleo aún habitado de la majada (foto ampliación).

salida de Las Bobias hacia el Llano las VacasEl camino deja atrás las cabañas de Las Bobias, cortando a media ladera la cuesta que delimita por el Norte el extremo de la vega articulado en torno a La Llombina.
  Un par de afloramientos de llambria interrumpen el sendero (foto miniatura). El paso de gentes y ganado ha tapizado la roca de una fina película terrosa.
  Al final de la travesía el sendero gira hacia la derecha, envolviendo la cuesta que viene flanqueando. Entra en el agradecido respiro del Llano las Vacas (foto ampliación, con los Joulaguas al fondo), un terreno suave de pasto que serpentea al compás de las llombas de cuesta que lo bajan delimitando. Entre éstas morrenas apenas se desgaja una abertura, ventana natural hacia las Peñas de Ruana y La Jascal.
  El sendero retoma rumbo oeste, deslizándose por los contornos de una sucesión de hoyadas que conducen a la Cueñe Les Bobies. Una última mirada a nuestras huellas nos descubre al señor de Los Urrielles despuntando sus pináculos tras la comba del Jito y Vega Seca.

La Llucia La ErcinaUnos metros antes de la collada en que el camino devola hacia la Cueñe Les Bobies, podemos desviarnos por una vereda que sale entre el matorral, en suave ascenso, para doblar el canto de la cuesta ligeramente por encima de la boca de entrada a la cueñe.
  Mientras el camino normal ya se deja reconducir en un continuo descenso a la cubeta del Lago La Ercina, nuestra variante faldea en llano a media ladera hacia La Llucia, solitaria montaña de alargada cresta, edificada sobre verticales cortes bermejos (foto miniatura).
  Nuestro destino va ligado a la Llomba La Texa, morrena que nos viene delimitando desde la majada de Les Bobies. Cede la morrena al compás de la vereda en el Collao La Texa, donde dobla el sendero que se dirije a Jubelbín (foto ampliación), recóndita vega en ruinas, aposentada un escalón por encima de la más frecuentada vega de Belbín.

Majadas de La ErcinaDesde el Collao La Texa se puede afrontar el ascenso a La Llucia o Canto La Ercina.
  Remontamos a la collada superior, por un pasillo entre los contrafuertes calcáreos de La Llucia. Desde esta segunda collada ya se corona la cimera de este vigía de La Ercina.
  El carácter huraño de esta mole solitaria no se corresponde con la belleza de su mirada; desde las dos lágrimas de agua dulce de Enol y Ercina (foto ampliación) se eleva hasta las nieves perpetuas que las alimentan.
  En la collada contigua a La Texa, se abre un embudo (foto miniatura) por el que se retoma el sendero que entra en el Boquerón de La Llucia. Lo mismo puede descenderse por todo el canalón que desviarse a una collada en la base de las paredes de La Llucia. Al otro lado de la collada, se cuela una brecha que destrepa por el pie del farallón. En ambos casos lo que nos interesa es mantener siempre esta referencia de los paredones de La Llucia.
  Si obviamos la subida a La Llucia, desde el Collao La Texa, nos deslizamos al costado de los contrafuertes de La Llucia que vierte hacia las majadas de La Ercina. El sendero sigue en travesía sobre una de las majadas de la Ercina, entre las cabañas y la peña. Enseguida hay que empezar a ganar altura para pegarse a ésta, una vez rebasado el canalón de descenso de La Llucia.

El LleráuPegados a la pared, llegamos al Mosquil, puerta de entrada al Lleráu. Por un huerto natural de exuberante verde, fruto de la humedad y la fertilidad de un suelo abonado por los rebaños que buscan refugio al abrigo de La Llucia, entramos en una falsa gruta, formada por un peñasco tumbado sobre la peña (foto miniatura).
  Al otro lado se extiende El Lleráu, una rampa de ascenso donde se clavan los pináculos calcáreos desgajados del costado vertical de La LLucia.
  El montañero de la ampliación no buscó la referencia de la pared y llega al Lleráu por la parte posterior del covacho. Al fondo Los Cabrones, Traviesos o Altiquera y la Torre de la Canal Parda empastada con Peña Santa.

El BoquerónLa salida de esta travesía a los pies de La Llucia, se encuentra en la horcada que se dibuja entre los espolones de esta peña y el peñasco desgajado de la misma. Una barrera natural cierra el paso, pero aproximándose a la misma encontramos un pasillo natural entre las rocas (foto miniatura) por el que coronar la primera de las horcadas.
  Enfrente, entre las agujas vasallas de La Llucia, una segunda horcada marca el final de este encuentro con los rincones de la peña de La Ercina (foto ampliación). Entre ambas horcadas, a mano derecha, se forma un embudo que desciende en tobogán entre sombríos paredones. Este magno boquerón, corta sobre otro mosquil, refrigerado por las corrientes de una brecha natural de la montaña dominada por la umbría.
  Este corte de la peña del Boquerón se apunta también en la ampliación, en el lateral derecho de la imagen.

La Llomba el Seu o Llomba La TieseAmbas salidas, apuntadas en el apartado anterior, son igualmente válidas.  Más directa, rápida y sencilla es la primera señalada, la evidente horcada que nos tropezamos al emerger del pequeño boquerón (foto miniatura). Nada más asomar a dicha horcada, vemos la acanaladura que se abre a la cuesta que remansa en la Llomba El Seu, donde dobla la pista que baja a Belbín.
  El descenso por el Boquerón, más empinado y angustioso, presenta un resalte en la parte inferior, un par de bloques encajados sobre el alfombrado fertilizante de la bóveda inferior (foto ampliación). Esta boca dista escasos metros de la acanaladura mencionada anteriormente.

Lagos de CovadongaEn la cabecera de la Llomba de La Tiese, dejándose deslizar en diagonal por los pastizales de su costado occidental, pasaríamos al aparcamiento de La Tiese, por el muro de contención de una llamarga incomunicada de La Ercina.
  Cierran aquí el círculo quienes se han decantado por la rutina y comodidad de un montañismo masticado. Tienen estas personas oportunidad de asomarse a la morrena de La Picota, mirador, antaño natural de las dos joyas de la antigua Montaña de Covadonga, los Lagos de Enol y Ercina. El primer Parque Nacional español, germen del actual Parque Nacional de los Picos de Europa. Una figura de protección y de conservación del patrimonio natural de los Picos de Europa que deja en La Picota la incongruencia de sus postulados. Quieren educar y mostrar los valores naturales de un ecosistema  creando paseos peatonales y tarimas en forma de mirador, causando un impacto innecesario y costoso. ¿O hablamos de Bujerrera?

 
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