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Imágenes de una vida en la montaña (XI) |
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La carretera de los Lagos (de Covadonga) parece asumida como algo natural. Acerca la alta montaña al montañero, pero disimula el encanto de otras montañas que apenas despuntan de las masificadas vegas que aquélla vertebra. Cumbres como la Porra de Enol o La Llucia dejan de ser reclamos de media montaña para convertirse en rutas de media hora para entretener el tiempo entre el vermut y la comida. Nuestro amigo Ramón Sordo nos animó un día a descubrir una de estas montañas que, pese al trajín incesante de autocares, coches, taxis, motos y bicicletas, parece engullirnos entre sus peñas, transportándonos por un instante al mágico silencio de las apartadas cimas.
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Una horcada imposible en una montaña que entendemos tan familiar como desconocida, nos abre la puerta a ese mundo de sueños calcáreos.
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Un pasadizo es el encargado de ese anunciado transporte al universo indomable del Cornión.
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Cualquier eco masificador termina por apagarse entre las blancas paredes de este pasillo rupestre.
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El ganado encuentra resguardo en este pasadizo con pretensiones de cueva; al igual que nosotros, que huímos de nuestra propia sombra, la del hombre de la ciudad que se ha convertido en el eterno esclavo de la comodidad.
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