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Picos de Valdecoro (Macizo Central)* Apéndice: PR del Parque Nacional. |
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 Las indicaciones del panel del PR-24, no imponen el uso del teleférico. Sólo enumeran las posibles alternativas para realizar el itinerario.
La más sencilla es subirse al aparato, deviniendo el PR en un cómodo paseo de senderismo.
Con esta rápida subida a las alturas, nos ahorramos 3 ó 4 horas de marcha, si tomamos como referente la ruta original de Valdecoro (de la que este apartado es simple apéndice). Curiosamente, si realizamos en PR es sentido ascendente, se llega primero saliendo desde más abajo, desde el pueblo de Espinama.
Claro, que técnicamente, el camino es más complejo. Pero, desde el mismo Espinama, también tenemos una pista minera que, en 3 horas (pongamos cuatro, para los sendentarios), nos lleva a la misma estación superior del teleférico.
Bueno, pero lo importante es la comodidad. Así, que según las indicaciones del PR, gozaremos de un paseo siempre descendente (con la sola tachuela de la Horcadina de Covarrobres).
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Nota: En las subidas trabaja el corazón; en las bajadas se machacan las rodillas y las caderas. Es decir, subiendo se fortalece el organismo; bajando se deterioran las articulaciones.
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 En la misma estación superior del teleférico, nace (o muere) una pista de continuo tránsito. Los contados cruces están bien señalizados. Mientras la gente pasea sin pérdida por los infinitos pastos de Áliva, yo me resisto a sacar fotos del entorno.
No se trata de la falta de belleza del mismo (al contrario, es uno de los rincones más hemosos de los Picos de Europa), sino de entender que, cuando no se conoce una ruta, lo mejor es recorrerla en ascenso. En caso de pérdida, siempre se podrá volver. Por eso me decanto, por la otra alternativa del panel: iniciar el camino desde abajo. A falta de fuerzas, me daré la vuelta a medio camino.
Dejo a la muchedumbre gozar de la polvorienta pista de Áliva, y vengo a buscarles a los confines del puerto: las Portillas de Áliva (foto miniatura).
Foto ampliación: En los meses de verano, todavía queda gente que pregunta por la carretera al Naranjo. Viendo la foto ampliada, he de reconocer que todo se andará.
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Del grupo que salió del teleférico he perdido a tres o cuatro. Uno de ellos andaba por La Vueltona, preguntando dónde estaba el restaurante. El sorprendido requerido, después de un cacho, pudo entender a qué se refería. Se había equivocado de PR. Así que le dio la vuelta, para que bajara al Hotel de Áliva. Tranquilos, patadas mayores se han visto.
¿Qué montañero no se ha perdido? También es cierto, que ¿los montañeros? han pasado años de aprendizaje, y no han sido soltados, como ovejas con los ojos tapados, a 1800m de altitud.
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 ¿Criticar por criticar?
No tengo la verdad absoluta, ni siquiera la más mínima verdad relativa. Sólo intento aprender de los que me han precedido, y de los que han hecho evolucionar el montañismo, la ecología, la etnografía...
Reconozco que la pista que baja a Espinama no es, ni con mucho, la más apetecible de La Liébana. Pero, también el Organismo del Parque Nacional sigue su itinerario, tanto en un PR como en un GR. Ahora se ha dedicado a ´construir´ una variante de la variante, afectando a otros senderos señalizados anteriores.
¿Queremos rutas señalizadas de bosque y pastizal alpino? En Pembes, se sube en procesión la Santuca de Áliva. Suben mayores y niños con La Virgen. En la Ermita de la Virgen de La Salud (ermita de La Santuca de Áliva), terminaría el recorrido, sin necesidad de seguir sufriendo por la pista hasta El Cable. Con la regla no escrita de los senderos de PR (en caso de duda, se continúa por el camino/pista principal), bastaría una simple señal en todo el recorrido.
¿Qué diferencia hay con el PR-24?
Esta alternativa, como otras muchas parecidas, descongestiona el volumen de masificación del circo glariar de Fuente Dé, reparte parte del turismo por otros pueblos y bosques del valle, y es acorde con el filtro del esfuerzo físico.
Puede hacer perder clientes en Fuente Dé. Pero, ¿qué es mejor? ¿La apertura de bares en los pueblos, o la creación de compejos turísticos, con lo que conlleva de saneamiento, accesos y suministro eléctrico, fuera de las zonas urbanas? ¿A quién beneficia un parador o un bar en pleno monte? ¿No sería más beneficioso para los vecinos del pueblo en que se construya, que deben pasar solos todo el invierno?
Cuesta tanto, a veces, hacer las cosas bien como hacerlas mal. Entonces, ¿porqué nos empeñamos en hacerlas mal?
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