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Rutas por los Picos de Europa

La Santuca de Áliva (Macizo Oriental)*

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4) 2ª etapa de la procesión: de la Horcada del Acebal a la Ermita de la Salud en Áliva.
a) Breve descripción del recorrido.
Invernales de IgüedriLa pista recorre toda la campera de la Horcada del Acebal. Sale en rampa en dirección a los faldones inferiores del Castro Cogollos para internarse en un bosque de escobales.
  Enseguida confluye con la pista que viene de Mogrovejo (a la que previamente se le ha unido, a la altura de Peña Oviedo, la pista que sube de Llaves).
  Cede la cuesta y se atraviesan los taludes de las empinadas faldas del Castro Cogollos que vierten a la cuenca del río Nevandi. Abajo, en un recodo de la pista que sube de Espinama, se amontonan entre las praderías los Invernales de Igüedri.


Castro CogollosLa pista flanquea en llano los plegamientos Sudoccidentales del Castro Cogollos, un terreno abierto con amplias panorámicas de la Cordillera Cantábrica (sector del Coriscao); si bien el cuadro más bonito es el de los invernales de Igüedri enmarcados en los despeñaderos de Valdecoro y el Cueto Redondo.
  El canto occidental de este peñasco extremero de Ándara, cae en destacados contrafuertes cegando el curso del río Nevandi en la breve encañonadura del Boquejón de Áliva. Ceñido embudo en que el río se constriñe en una acequia, paralelo a la pista que sube de Espinama. Esta barrera natural marca el límite inferior de los Puertos de Áliva por la vertiente lebaniega, como así lo atestiguan las Portillas del Boquejón o Portillas de Áliva, levantadas en plena ceñidura del río Nevandi.
  La pista de Pembes corta a media altura estos contrafuertes rocosos del Castro Cogollos, tallando un recodo calcáreo en los límites del puerto. Las portillas que deslindan el puerto se apoyan en la roca y  en el muro de contención que asegura la caja de la pista, frente a la caída sobre el fondo de la vaguada.
  Este tramo se vuelve muy peligroso tras fuertes nevadas. Las estacas de hierro que encauzan la pista al paso de las portillas, aparecen dobladas como plastilina por la fuerza de los aludes que barren este recodo. Al otro lado, un alud desprendido de las laderas del Castro Cogollos ya mató a varios vecinos de Espinama.
  En la miniatura vista del Castro Cogollos, con los contrafuertes occidentales que caen delimitando el Puerto de Áliva; en la ampliación portillas de entrada al puerto desde Pembes / Mogrovejo.

entronque pistasPasada la portilla, la pista desciende suavemente a unirse a orillas del río Nevandi, con la que sube desde Espinama. Al abrirse la caja de la pista de Mogrovejo se tapó la Fuente de los Asturianos. Quedan, sin embargo, dos fuentes a la vera del río, cerca del entronque de pistas.
  La pista sube por las camperas de Áliva, ganando la meseta superior de una vaguada, la del río Nevandi, cada vez más abierta. La abertura natural de la vaguada serpentea en dirección a los Picos de Cámara, frontal calcáreo del empastado Macizo de Ándara. El curso alto del río Nevandi desgaja las morrenas que cierran el valle por el Norte, a cuyo abrigo se recogen las majadas de Espinama y tras las que irrumpen las apuntadas torres calizas de Peña Olvidada y Peña Vieja.
  La foto de la miniatura plasma el lugar en que la pista de Pembes se une a la de Espinama. Al fondo se abre la silueta del Coriscao.
  En la ampliación los Picos de Cámara vistos desde la Cruz de Campojito, en los Puertos de Áliva.

Picos de CámaraLa pendiente se mantiene hasta llegar al cruce de El Tesoro, donde sale el ramal (derecha) que baja a Campomenor. De la pista principal se desgaja a continuación (izquierda) un segundo ramal que sube al Hotel de Áliva, en ruta hacia Los Hoyos de Lloroza.
  La pista principal continúa a una frecuentada encrucijada de pistas, encaramada en lo alto de la Lomba del Toro, morrena lateral de los antiguos glaciares que modelaron el valle del río Duje. En este cruce central se desgajan en cruz la pista de la mina de Las Mánforas, en los bajíos de la Canal del Vidrio; la del Hotel de Áliva (un segundo ramal que remonta por toda la morrena); la de Sotres, que baja por toda la cuerda de la Lomba del Toro (caraterizada por un solitario peñasco colocado en su cimera), y la que baja a los pueblos lebaniegos del Valle de Camaleño (Espinama, Pido, Pembes, Llaves y Mogrovejo).
  Las fotos de este apartado (la miniatura y la ampliación) han sido cedidas por José Antonio Castro Busto. En la primera, las margaritas cubren la pequeña campera de El Tesoro, donde está el cruce de Campo Menor. Está tomada el día 31 de mayo, la víspera de la apertura del puerto. Retirada la nieve y sin la presión ganadera del estío, el puerto se engalana con toda su pujanza floral. La caliza de los Picos de Cámara proporciona a la montaña de los Picos de Europa ese mágico contraste entre pasto y peña, que identifica algunos de sus enclaves más privielgiados. A la izquierda de los Picos de Cámara, despuntarían el Prao y el Pico Cortés, desdibujados por el apelmazamiento de esta vista lateral de Ándara, y cuyos crestones dan forma a las canales de Las Grajas y Covarones.
  En la ampliación se ofrece una vista general de los Puertos de Áliva, tomada en el regón que baja del Collao de Cámara. Destaca el desvío de pistas que va serpenteando por los plegamientos morrénicos. La pista superior es la que sube al Hotel, siendo la inferior la troncal que va a lo alto de la Llomba del Toro, a esa característica encrucijada ya reseñada. Menos marcada, apenas una línea paralela a las charcas de Campomenor, en el fondo del puerto, está la pista que se desgaja de las anteriores en El Tesoro y pasa a Campomayor por la Ermita. Peña Vieja y Peña Olvidada, con el mayor volumen que proporciona la proximidad, apagan el protagonimso de cualquier otra montaña del entorno, peae a rebasar los dos mil seiscientos metros, como es el caso de Tiro Navarro.

Campo MenorEl ramal secundario que se desgaja de la pista principal en El Tesoro, devola una collada y pasa a la hondonada de Campomenor. Faldea por las faldas inferiores de las morrenas que delimitan la vega por el Oeste, en dirección a la collada que se forma entre estas lomas morrénicas y la meseta de la Mesa Bajera, donde se perfilan los postes de la luz que alimentan el Hotel de Áliva.
  En la misma collada, azotada por la brisa que se entuba por todo el Valle del Duje, se ha lenvantado la Ermita de Nuestra Señora de La Salud o de la Santuca de Áliva.
  Al otro lado de la collada cae la pista sobre la planicie de Campomayor, delimitada por la Llomba del Toro.
  En las fotos que acompañan el apartado se muestran dos imágenes de Campo Menor con la Ermita de la Santuca de Áliva. Al fondo, las nubes juegan con las cumbres de la Sierra de Juan de La Cuadra.

Ermita de Nuestra Señora de La Salud (foto: J. A. Castro Busto)Con la imagen de la Ermita de la Santuca de Áliva finaliza este recorrido descriptivo de la última etapa de la procesión. En las páginas siguientes se mostrarán imágenes de algunos de los enclaves más interesantes de Áliva, aptos para todo tipo de gentes, desde senderistas a principiantes. La alta montaña del entorno se deja para mejor ocasión. Para concluir se reseñará un itinerario alternativo para retornar a Pembes, más propio de principiantes que de senderistas. Éstos pueden bajar por la pista de Mogrovejo y, justo antes de la Peña Oviedo, desviarse por la pista que baja a Llaves. Doscientos metros antes de llegar a las primeras casas del pueblo (en la bajada desde lo cimero del boscoso cordal  que separa las vertientes de Pembes y de Llaves a la vaguada de praderías irregularmente estructuradas de este pueblo), sube un ramal a mano derecha que va a una collada con una antena. Esta collada se sitúa en la misma cimera del cordal por el que baja por un trecho la pista de Llaves, pero a una altura menor, bajo un corte de estratificada roca descompuesta. Se dobla la collada y se pasa a la vertiente de Pembes, al que se llega por el camino antiguo que unía este pueblo con el de Llaves; sendero estrecho, tomado en parte por la maleza y que atraviesa los prados de Pembes. Llega al pueblo pegado al muro de la iglesia.
  En la foto se muestra la Ermita de la Santuca de Áliva empastada con la Mesa Bajera, donde pasan los postes de la luz. La Mesa Cimera marca el límite superior del pasto, a la altura de los primeros neveros. Por encima ya se situarían los Picos de Cámara. A su izquierda el Pico Pozán, el Prao Cortés y el Pico Cortés, dentro del Macizo Oriental o de Ándara.
  (Foto: J. A. Castro Busto)
b) La procesión en imágenes.
Horcada del Acebal

La procesión reinicia la marcha, afrontando la última etapa hasta la Ermita. Primero salen los vehículos todo terreno, para no quedar taponados por la procesión. Suben directos a la ermita, donde se unen al resto de la gente que aguarda impaciente desde primeras horas la llegada de La Santuca.


Tramo de escobales entre la Horcada del Acebal y el cruce con la pista que sube de Mogrobejo.



Las portillas marcan los límites administrativos del puerto de Áliva. La niebla sigue cubriendo la montaña, aunque con la altura su vuelve más seca. Se quita a la Virgen la capucha de plástico y, pese a la proximidad de la ermita, aún se confía en que el sol gane la partida.


La niebla parece frenarse por las camperas de Áliva. Un ligero resol despunta por los cielos del puerto.
La pista, común con la que sube de Espinama, presenta un piso más duro de piedra. El tráfico de vehículos todo terreno y de bicicletas de montaña es más intenso, pues entramos en recorridos bastante frecuentados por los amantes de este tipo de actividades y, además, caemos de lleno en la pista que comunica el valle con el Hotel de Áliva.


La procesión entra en Campo Menor, donde ya pasta el ganado desde hace unos días. La Virgen sube a su ermita la temporada de pastos, para amparar el sustento de estos pueblos lebaniegos de montaña.
  La niebla sigue metida en la peña, pero un gran agujero se abre sobre las hondonadas de Capomenor y Campo Mayor.


Los vehículos todo terreno estacionan al lado de la pista, en la collada que comunica las dos planicies de hondonada de Campomenor y Campomayor. La gente aguarda en la ermita la llegada de La Santuca. El anticiclón gana terreno, y libra de la niebla las más modestas cimas de la Sierra de Juan de la Cuadra: el Escamellao y el Paredón del Albo.



La procesión deja la pista que pasa a Campo Mayor y se desvía hacia la ermita.


Llega la procesión a la Ermita de la Santuca de Áliva. Detrás la hondonada de Campo Mayor, delimitada por la morrena lateral de la Llomba del Toro. Las peñas calcáreas que irrumpen al fondo son el Paredón del Albo y El Escamellao (entre nubes), integrantes del cordal de Juan de la Cuadra.


Esperan los lebaniegos con su patrona al hombro mientras el sacerdote prepara la misa.


Han de tocar las campanas para honrar la llegada de la Patrona del puerto; mas esta año algo falló. Los vientos del invierno han sacudido la cuerda de la campana, enredándola en la espadaña de la ermita. Ante la imposibilidad de alcanzarla hubo de buscar voluntarios para encaramarse en lo alto del tejado para repicar las campanas.


La subida no suele ser tan peligrosa como la bajada, al menos la sensación de miedo se vuelve más intensa al mirar hacia el suelo, que desde las alturas siempre parece quedar demasiado lejos.


¿Alguien dijo miedo? Tienen fama los cainejos, que -dicen- sólo mueren ´despeñaos´; los vecinos de Bulnes y Camarmeña, con no ser los primeros en conquistar El Picu Urriellu, labraron en él parte de su historia, las primeras ascensiones sin el uso de la cuerda; mas, los lebaniegos, parecen haberle tomado la medida a las obras del hombre, pues, ¿no fueron de Liébana los dos chiflaos que bajaron caminando por el cable del teleférico de Fuente Dé, cual funambulistas, con el solo agarre de sus manos en el cable superior?



Cuando el altar está preparado para la celebración eucarística, se mete a la Santuca en la ermita.


La Santuca es colocada en su pedestal para presidir la Eurcaristía.


La ermita es pequeña, como La Santuca. La gente asiste a la celebración repartiéndose por la campera del entorno.


Los coros de Pembes entonan cánticos a la Virgen, que los rebaños acompañan con el tocar de los campanos, con un tono suave que enmudece al compás el sonoro fluir de los arroyos, sumidos en la acústica divina de los altos cielos de Áliva.


El acto final es la adoración a La Santuca, en la que todos, niños y mayores, van pasando a besar Su medallón. Los ancianos de hoy han sido los niños que ayer miraban con interés la imagen del medallón.


Inocencia.


La Virgen de la Salud retorna a su pedestal, desde donde vigilará los rebaños que pastan en Su puerto, velando por el modo de vida de sus fieles. Se cierran las puertas de la ermita, esperando la llegada el 2 de julio de las Fiestas de La Salud.


La gente se reparte por el entorno de la ermita, para dar cuenta de la abundante comida subida en los todo terreno. La comida campestre durará hasta bien entrada la tarde. Poco a poco, cada uno a su ritmo, irán retornando a su hogar en el valle.

 
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