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Imágenes de una vida en la montaña (III) |
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El montañero decubre en la montaña un mundo infinito, inerme y sin fronteras. Pero nada más lejos de la realidad. La montaña está vertebrada por una entramado de invisibles líneas divisorias que delimitan pastos, pueblos, concejos, provincias, Comunidades Autónomas e, incluso, países y continentes. Límites administrativos que han dado lugar a más de una controversia. Pleitos enconados que se alargan durante siglos y que, en ocasiones, logran apaciguarse con acuerdos más o menos duraderos. Llevan los vecinos asturianos de Amieva sus rebaños a pastar a Carombo. Más son las laderas sureñas de Beza el paso más franco hacia esta vega de la cuenca del Dobra. En la Portillera del Tarabicu una muria que se prolonga hasta las cortadas de La Conia recuerda que entramos en la Provincia de León. Los puertos de Beza son, pues, pastos de esta provincia vecina, al igual que los flancos sureños de Beza. Pero el tiempo acaba dando paso al entendimiento, y el entendimiento al acuerdo. La lógica se impone, y los rebaños de Amieva tienen derecho de paso por tierras leonesas en su traslado a los pastos de Carombo. Las vacas pasan sin prisa pero sin pausa, envidiando el plácido descanso, al fresco de la brisa, de sus vecinas leonesas, en las lomas del cuenco en que se recoge la majada de El Olla.
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