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Imágenes de una vida en la montaña (XXXIII)* |
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La circulación ruge por la margen derecha de este afluente. La brisa susurra las briznas de la Vega de Intriago, en la vera opuesta, sumiendo en el silencio rural una serie de aldeas apartadas de los itinerarios turísticos. Presumen las grandes villas y ciudades de hidalguía y edificios nobiliarios, cuando la nobleza reside en el interior de las gentes del campo, que no tienen reparo en ceder viejas casas solariegas a las vacas y ganados que les visten y alimentan.
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En un paseo por la carreteruca troncal del pueblo de Intriago, llama la atención una vieja torre. Vecina de una finca cuidada, la curiosidad invita a visitarla.
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Las cosas, desde lejos, se muestran más hermosas. Con la proximidad se muestran más reales. Es solo, con el conocimiento, el tiempo y la compresión cuando refulgen en todo su valor, con independencia de la apariencia.
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Una placa, en el muro sito a la vera de la estrecha carretera, presenta en pocas líneas este monumento civil: ´La Torre (S. XVI). Casa solar de la familia Intriago. Construída en época renacentista (S.XVI), destaca en su fachada el alfíz que cubre el cuerpo de ventanas. Este motivo decorativo, a modo de enmarque rectilíneo, procede de la tradición artística musulmana, y es muy raro en Asturias. También es digno de mención el escudo adornado con un disco solar. Propiedad privada. No visitable.´ (Las palabras ´construída´ y ´alfíz´ tienen tilde en la placa).
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