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Imágenes de una vida en la montaña (XXXII)* |
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Al llegar a un pueblo, en este caso a Oceño, el montañero siempre pregunta a los vecinos por el camino que pretende recorrer. - ´¿Para subir a Trespando?´, dice el montañero. - ´Por esta carretera´, responde la agradable señora. ´Pero podéis subir el coche´, atestigua como contrapunto. La solícita vecina nunca indicará el camino antiguo. Para los lugareños las pistas a las majadas son una bendición. Ahorran mucho tiempo y esfuerzo. El montañero de fin de semana dedica ese tiempo de asueto, simplemente, a caminar. El antiguo camino a Trespando sólo sirve como atajo de la remozada pista. La comodidad se impone y el pasado se abandona. En el primer repecho de la pista para un todoterreno invitando al montañero a subir. Éste, con un gesto de agradecimiento, rechaza la oferta. El corazón rige la cabeza, quien ha de comprender que la meta no está en la cumbre, sino en el camino.
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