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Imágenes de una vida en la montaña (XXXII)* |
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Con el sabor de la lectura, basta aproximarse a la fuente aneja para saciar la sed. Pinga la fresca agua de las entrañas de Cocón. Se unen las manos para formar un cuenco donde recoger el preciado líquido. Pequeños sorbos dejan escapar gotas por los lados del improvisado cuenco. ¿No habría que escribir también un libro para el agua que nos da la vida?
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