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Imágenes de una vida en la montaña (XXXI)* |
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El camino dobla, en un alto, el canto de la sierra. El mosaico de los recónditos prados de Lon, se transforma en una ventana abierta al profundo Deva. Las manchas forestales frenan, con dificultad, el empuje de las vastas praderas de siega de este otro costado del oculto Brez. Mirando de soslayo el lecho de la cuenca de ´la Señora´ (´Deva´, término prerromano), destacan dos pueblos lebaniegos, no del todo desconocidos: La Flecha y Baró. Puede despistar este planeo panorámico, pero no hace tanto que nos desviáramos a la cuenca del afluente Burón, por el ramal de carretera intercalado entre ambos pueblos. El núcleo de Baró se eleva unos metros de la carretera troncal del valle, evitando las salpicaduras de la orilla derecha del Deva. No dista más de un kilómetro de la capital Camaleño. Apartado del tráfico rodado, aún recuerda que él también fue capital de un valle que antaño se llamaba Valdebaró.
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El camino carretero faldea entre las fincas ganadas al bosque. Reposa contemplando el valle medio de Valdebaró, apretadura del Deva entre Camaleño y Cosgaya. El sol calienta las laderas y el fondo de la cuenca definitoria de La Liébana; mientras el cordal del Coriscao detiene los frentes nubosos, atascados en la vertiente leonesa.
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