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Imágenes de una vida en la montaña (XXX)* |
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Unos metros de asequible ascenso, dejan una perspectiva de conjunto de la ruta seguida a la vera del Esla. Las lajas del Camino Real se apostan como un mirador natural sobre los ecosistemas del Esla. Altivas sobre el heterogéneo boscaje, asisten al crecimiento de la pación de la vasta Vega de La Entrecisa. El río se esconde bajo la alameda ribereña de copas de singulares dimensiones. Las vegas y los caminos reales tienen un componente humano, recogido en el fondo del valle: Crémenes, capital del municipio. Las sierrucas de la garganta del Esla se suceden hasta los faldones de Peñas Pintas, donde iniciáramos el camino.
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Un caminante se detiene en el corte de las lanchas. Asoma el pescuezo sin aparente temor. ¿No tiene miedo a que marche una de las losas? Recuerdo una de las fotos del panel sito a la vera de la carretera de Cistierna. El Camino Real se asienta sobre un fuerte muro, construido a base de piedras encajadas. De ahí que dicho caminante estire el pescuezo para contemplar la antigua obra carretil.
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El equilibrio del caminante, estudioso del Camino Real, se hace innecesario apenas unos metros más arriba. Una sucesión de bloques pétreos, a modo de pretil, reconfortan a las bestias para proteger la posible caída de la carga.
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Detalle del pretil medieval. Esta línea de bloques separa visualmente el viejo Camino Real y la nueva carretera del Esla.
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