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La profunda depresión entre el Picu la Cuesta y la Sierra de Amieva es la Collada (de Amieva para los de San Román y de San Román para los de Amieva, como bien apunta Guillermo Mañana en su libro ´Por la Senda del Arcediano´). Por la collada pasa la hormigonada pista que comunica ambos pueblos. La opción aquí elegida nos lleva al de San Román para retomar el Camino de Colín que nos baje a Cien. Se puede evitar el hormigonado cogiendo una pista secundaria que enlaza con las perdidas veredas que entran en la ería. Continuos barrizales y veredas tomadas por los escayos son la recompensa que obtienen los amantes de complicarse la vida por las abandonadas sendas del pasado. No obstante, la entrada a San Román por la ería ofrece al viajero una de las mejoras postales del pueblo. Foto ampliación: mirador en La Collada.
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Bajando por la pista de La Collada no es necesario llegar a San Román para coger el Camino de Colín. Ello no quiere decir que ,una vez a las puertas del pueblo, no sea recomendable darse un paseo por sus callejuelas para disfrutar de los bellos rincones que ofrece al doblar cada esquina. El declive de la vida rural ha ido parejo al progresivo abandono de aquellos viejos bares que ofrecían a los vecinos un lugar de encuentro y una pequeña tienda donde proveerse de mercancías de primera necesidad. Hoy es difícil encontrar en muchos pueblos un bar donde tomar algo y conversar con los interesantes lugareños.
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El Camino de Colín se coge en una revuelta de la pista hormigonada que baja de La Collada. De entrada borrosa, traza una línea horizontal por la cuesta que da cara a San Román, siguiendo las torretas del tendido eléctrico. Durante este tramo llano se va dando vista al frontal del pueblo. En los extremos de la sierra que lo domina tenemos la familiar cabeza de la Porra el Collao la Cueva y, en la otra punta, las desplomadas paredes del Porrón. El Primiellu y los Redondos, máximas alturas de esta dualidad toponímica de sierras integradas en una misma unidad orográfica, ya pertenecen a la Sierra de Amieva.
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Al doblar el canto de cuesta que cae del peñasco del Aboguero, se pierde de vista el pueblo de San Román y se retorna a la vertiente de Colín. Buscando las trazas del terroso sendero, que ataja los aún evidentes y anegados tornos del camino primitivo, buscamos la vaguada que nos devuelve a la próxima Vega de Colín. Por el mismo camino utilizado para el ascenso, retornamos al pueblo de Cien. ültimos metros de un recorrido que va tocando a su fin, al mismo tiempo que las señeras cumbres del entorno se van ocultando entre los cordales que delimitan la cuenca hidrográfica del Sella.
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