 |
|
|
|
|
Especial Vega / Llagu Huerta: El paraíso perdido (una montaña en agonía)* |
|
 |
|
|
En una entrevista de un periódico regional asturiano, la eminencia del Derecho -E. García de Enterría-, entendía que la figura de los Parques Nacionales era innecesaria, pues a la misma solución se llegaba con otras leyes en materia de montes, caza, urbanismo...
Quizás tenga razón. Existen leyes que protegen con mayor rigor los ecosistemas naturales que las propias leyes de Parques Nacionales.
No puedo contradecir esa postura; aunque creo que estaría equivocado en una sociedad ideal. Claro, que en este tipo de sociedad, ni siquiera haría falta imponer las leyes.
El gran problema de los Parques Nacionales no es un problema de derecho positivo, sino de Derecho natural. El derecho positivo está formado por las leyes que dictan las Cortes Generales; en tanto que el Derecho natural preexiste al hombre. Este Derecho es innato a la propia naturaleza. La única función del hombre sería la de manifestarlo y plasmarlo mediante leyes (derecho positivo). Esta sería la sociedad ideal, aquella en que el derecho positivo (las leyes) represente con fidelidad al Derecho natural preexistente.
Ejemplo de Derecho natural es el derecho a la vida y a la integridad física. Este derecho se ha ´positivado´ en nuestra Constitución, que es la norma fundamental de nuestro ordenamiento jurídico.
|
¿Existe un Derecho natural para regir los ecosistemas naturales? Sí, y debería estar manifestado en las Leyes de Parques Nacionales. Si se cumplen estos requisitos, no me importaría estar en desacuerdo con el insigne maestro, E. García de Enterría; pues estas leyes serían la positivación del Derecho natural que impregna la naturaleza.
¿Cómo podemos alcanzar el conocimiento de este Derecho natural? Quizás mediante la filosofía y la religión. Mas, por lo que respecta a nuestra parte, el Derecho natural de los Parques de alta montaña, se ha ido grabando en cada grieta de la historia del alpinismo (cuyo punto de inicio se suele situar en la ascensión al Mont Blanc, en los Alpes).
No ha sido fácil. Hemos cometido muchos errores. Pero, poco a poco, hemos ido corrigiéndolos. Hoy contamos con una constitución básica para seguir desarrollando las normas éticas que definen el montañismo: filtro del esfuerzo físico, alpinismo de renuncia, escalada limpia, historicidad de las vías...
Con estos legados nació el Parque Nacional de la Montaña de Covadonga (actual Parque Nacional de los Picos de Europa). Los Diputados y Senadores se han asesorado de las más altas eminencias del alpinismo mundial, para la positivación de una Ley natural acorde a los postulados de más de dos siglos de alpinismo. ¿O no?
|
Por desgracia creo que no. Puede que los políticos hayan errado. Sin embargo, sé que los culpables somos montañeros. ¿La montaña empieza al mismo pie de las montañas más emblemáticas y hermosas, o en los pueblos en que terminan las vías de comunicación mecánica? ¿La urbanización termina en los núcleos urbanos, o la zona urbanizable se extiende hasta los últimos rincones de la alta montaña?
¿Qué ´experto montañero´ orientó a los políticos? ¿Uno que entiende que la montaña es un parque de atracciones? ¡Ya! La montaña debe ser esto: Se deja el coche al final de la pista que llegue más alta, se coge un teleférico, se barrena un camino para los turistas (adoquinado y con buenas barandillas), se sube sin carga a dormir en un hotel (con ducha y buen menú) y se sube al pico más alto y al más difícil a base de hierros y ferratas.
Por eso no salgo de los Picos de Europa, porque, como Parque Nacional que dice ser, puedo disfrutar los pocos rincones que han quedado sin degradar. Esto exige un tremendo esfuerzo inversor. Y aquí también considero que falló García de Enterría. El presupuesto de los Parques Nacionales se fija para compensar la pérdida de ´calidad de vida´ y de recursos económicos que impone el sostenimiento de un ecosistema natural. Y eso pocas leyes podrían hacerlo mejor; pues la función de los Parque Nacionales es legar a nuestros hijos la misma montaña que, antes, les han legado sus antepasados.
|
De nuevo en Vega Huerta. Esta vez, ´sólo´ a sacar fotos del atardecer y del amanecer; aunque siempre contemplando la Reina del Parque Nacional de la Montaña de Covadonga.
Esta vez, no me tocaba treparla, ´sólo´ mirarla. ¡Qué Peña, Santa! ¡Cuántos recuerdos! ¿De la cima? No, porque una montaña no es su cima. La cumbre únicamente es una parte del camino recorrido. Ese camino puede disfrutarse en un día, en dos, en tres..., en una vida.
¡Cuántas veces en su cumbre! ¡Cuántas veces saboreando eso que algunos llaman fracaso! Quizás aquellos que no saben que en las ascensiones he cometido errores y en los ´fracasos´ he tenido aciertos, sensaciones y recuerdos.
Creo que solamente hay una primera vez a una montaña. Tuvo que ser por la Cara Norte, la más accesible. Tuvo que ser con una ética personal impregnada en todos los poros de mi piel. De Norte a Sur, del Jou Santu a Vega Huerta, muchas veces con la sola compañía de cabras y rebecos.
Un 18 de Julio de 1995 soñé que subía a Peña Santa; un 18 de Julio de 2010, quince años después, sabía que había perdido un paraíso, el último rincón del Parque Nacional de D. Pedro Pidal.
|
¿Cuál es el camino a Vega Huerta? Existen más caminos que vidas podemos vivir; pero alguien ha optado por el único camino equivocado.
Cuando acabe este recorrido por las aproximaciones naturales de Vega Huerta, el mal ya estará consumado. Los caminos se pierden por el declive del pastoreo. La montaña vuelve a su origen de paraíso de los dioses. Claro, que el hombre siempre se ha creído un dios, que hace y deshace. ¡Aprendiz de mago?
|
|
|
|
|
|
