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Pico Castiello (Precornión)* |
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 Siguiendo la pista, no lejos del viejo cruce, y tras pasar una segunda revuelta, se encuentran las agujas del Cuetu Mayo.
Esta singular formación pétrea, aislada en un mundo de cuestas, praderías y reductos forestales, destaca dede puntos tan distantes como la Collada de Amieva (paso de San Román a Amieva) o desde la misma carretera del Pontón.
Los perfectos planos que configuran las agujas que dan vida al conjunto, sustentan varias vías de escalada deportiva.
El fomento de esta escuela de escalada ha propiciado la rehabilitación de la cabaña sita al pie del Cuetu Mayo.
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 Al lado del Cueto Mayo pasa la carretera que sube a San Román. En ella muere la pista por la que se viene descendiendo. Un poste indicativo del omnipresente SGR Senda del Arcediano señala la dirección a seguir; a mano derecha, por la misma carretera, se baja a Carbes.
Los encargados del mantenimiento de este Sendero de Gran Recorrido han recuperado el viejo camino que baja al pueblo. Se había vuelto prácticamente intransitable, al punto de que los vecinos aconsejaban al montañero atravesar directamente por las praderías.
El desvío se encuentra nada más pasar la collada que devola a la vertiente de Carbes. A la izquierda se deja una cabaña reconvertida en vivienda. A esta misma mano arranca el camino, señalizado nuevamente por un poste indicador.
Foto ampliación: La Colladina, mirada al Desfiladero de los Beyos. Collada que devola la carretera bajo las Peñas del Cuetu Mayo, unos metros antes del desvío por el Camino Real.
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 El camino, al principio presenta el ancho de una pista. Discurre paralelo a la muria de las praderías, tras las que irrumpen las puntas calcáreas del Pico Castiello.
El corto tramo de pista, bastante embarrado, es la entrada a un invernal protegido a la sombra del boscaje. En esta construcción parece desvanecerse. Basta pegarse de nuevo al cierre de las praderías y colarse por lo que aparenta un riego formado por el agua.
Poco a poco el camino se va definiendo. Se encauza sin salida en un pasillo, a cada paso más profundo, delimitado por el talud del sotobosque contiguo y el apuntado cierre de las praderías. Según se baja se hace más difícil disfrutar de la hermosa vista creada por el fuerte contraste entre la peña y los parcelados pastos.
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 El sombrío pasillo delimita el lateral de la ería. Baja directo por su flanco izquierdo hasta los lindes de nuevas camperas. Por la abertura de estos prados ganados al bosque se alcanzan a ver las casas de Carbes.
El camino gira a la derecha, pasando a delimitar la parte inferior de la extensión de praderías. La innegable compañía de los prados pasa a ser una negada evidencia. El sendero parece transformarse en el reseco lecho de una profunda torrentera. Cauce irregular que ha horadado un tremendo talud de unos metros. Los vestigios del bosque, aliados a árboles de porte arbustivo empleados en los setos que deslindan las fincas, transportan momentáneamente al montañero de las proximidades del pueblo a las entrañas de la Asturias mitológica.
Este breve episodio finaliza frente a las portillas inferiores de entrada a la ería. Recupera el camino su ancho piso empedrado, afrontando los últimos metros antes de retornar a Carbes por su parte superior. Un retorno que vuelve a evidenciar la base agrícola de la economía del pueblo, que ha propiciado la construcción del importante número de hórreos que se destacaba al inicio del recorrido.
Carbes (foto miniatura); Carbes y Cueto Mayo (foto ampliación).
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