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SAMELAR (Macizo Oriental) |
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Colio se integra en la comarca lebaniega. Se asienta en las faldas del Pico Paña, en las modestas estribaciones del Macizo de Ándara. El río La Sorda, reseco cauce pedregoso anegado por los derrubios del Canchorral de Hormas, desgaja del núcleo principal el barrio de La Parte. El pueblo se encuentra al final de un apéndice de la carretera de montaña que sube a morir a los pueblos de Pendes y Cabañes.
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Colio es un pueblo que vive temeroso de las diabluras de sus duendecillos. Aún queda en el recuerdo el momento en que estos ´diablillos´ precipitaron sobre Colio una lengua de piedras y barro que arrasó con todo lo que se encontró en su camino. La aparente tranquilidad parece quebrarse en los días lluviosos en que las piedras del canchal se desplazan hacia la línea de fractura del cuenco que las encierra. Pero, en contadas ocasiones, el peligro proviene de otros frentes. Las viejas piedras del pórtico de entrada a la antigua escuela militar de caballería, levantada con motivo de la Guerra de Independencia, son los mudos testigos de la sinrazón humana.
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La pista que conduce a la Canal de Colio sale por la parte opuesta del pueblo a la de llegada de la carretera. Esta eventualidad obliga a atravesarlo en horizontal, permitiendo descubrir sus ocultos encantos. Colio, como casi todos los pueblos de Liébana, ha mantenido su tradicional identidad. Predominan las casas de piedra, sin faltar las casonas señoriales en cuyas fachadas penden sus escudos. Los viejos bares de pueblo han experimentado un imparable retroceso. El pujante turismo que aflora por el valle, ha propiciado un resurgir de iniciativas turísticas que, si bien no garantiza la pervivencia de estos bares-tienda, devuelven algo de vida al pueblo. En esta dirección se puede hacer mención de los Apartamentos de Brez. Centrándonos en Colio es de destacar la apertura de un mesón integrado en la fisonomía del lugar.
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