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PEÑA SANTA DE CASTILLA (Macizo Occidental)* |
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La vista desde la Cerra de Cuba es grandiosa, pero hay una cumbre que destaca sobre las demás: la Peña Santa de Castilla. Devolar la Cerra de Cuba permite dar vista a su pared Sur. Una inmensa mole de seiscientos metros de altura. En su base corretean los rebecos. Las plácidas y suaves ondulaciones de Carbanal sólo se ven alteradas por una zona caótica que recoge los ´pequeños bloques´ que se desgajan del ingente torreón pétreo que la preside, la Pedriza de Carbanal. En la Cerra de Cuba, sin perder altura, se encuentran senderos de cabras que atraviesan por el Sur la Cerra del Frade. Luego sólo hay que ir buscando el terreno que nos parezca más cómodo. Existe un buen camino que sube a Vega Huerta, pero únicamente debemos seguirlo si vamos escasos de agua o si se ha previsto realizar la excursión en dos jornadas, pues Vega huerta es el lugar ideal para realizar un vivac y aprovisionarse de agua. En la pared de Cotalbín, sobre el camino que baja a Soto de Sajambre, destaca una pequeña cueva donde pueden vivaquear dos o tres personas cómodamente.
Toda la travesía hasta la Horcada Baja de los llambriales va acompañada de la sobrecogedora presencia de la pared Sur de Peña Santa. Al mismo tiempo que se sortean los enormes bloques que en tiempos pretéritos engrandecían la majestuosidad de esta fortaleza, se van adivinando los itinerarios de las más renombradas vías de escalada que la surcan. La Brecha del Cazador, una marcada rampa que salva la pared de izquierda a derecha; la Canal del Pájaro Negro, el arranque de esta vía no dista mucho del de la anterior; la Sur Directa, que tras una enorme explanada (normalmente cubierta con un nevero) que se abre en mitad de la pared, presenta una perfecta diagonal que culmina en la cumbre. En la foto ampliada (pulsar sobre la miniatura), vista de la pared Sur de Peña Santa desde el Camino del Burro.
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El aislamiento de la Peña Santa de Castilla la convierten en una montaña idónea para forzar uno o dos vivacs. De este modo, se afronta la trepada a la peña con una mayor tranquilidad, al no quedar sujetos al estricto límite temporal de una jornada. Contrariamente a la imagen que se puede tener de una mole caliza enclavada en pleno corazón de la alta montaña, Peña Santa emerge, por su vertiente Sur, sobre un inmenso océano de pastizal. Hasta Vega Huerta suben los vecinos de los pueblos del valle sus ganados a pastar. En esta vega se ha habilitado un bebedero que garantiza el aporte de agua tanto al ganado, como al eventual montañero que va de paso por estos excelsos rincones del primigenio Parque Nacional de la montaña de Covadonga. Del antiguo refugio apenas quedan unas ruinas. La montaña ofrece cuevas y oquedades que sirven de provisional refugio para resguardarse de la lluvia. Si no se desespera, las tenues estrellas que empiezan a brillar entre las nubes, pueden deparar un amanecer de ensueño. La montaña en estado puro, mostrando sus mejores galas, al pie de la reina de nuestras montañas. En la ampliación un montañero contempla los últimos instantes del atardecer sobre Los Urrieles.
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La noche en Vega Huerta se hace sentir en nuestros sufridos cuerpos, mas deja impregnada en nuestra rutina un mosaico de sensaciones que la retina difumina en las emocionadas lágrimas del recuerdo.
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Los primeros rayos del amanecer nos sorprenden en los sacos. Aún nos restan seiscientos metros de pared para coronar la cúspide del Cornión. Es hora de desperezarse y vencer los escalofríos de la fresca mañana.
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