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Rutas por los Picos de Europa

TORRE DE CERREDO (Macizo Central)

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Majada de AmuesaLa Canal de Amuesa culmina en el Collao Cima. Al otro lado de la collada se encuentran los pastos de Amuesa, por encima de la barrera de los 1.400 m.. Este pastizal se extiende a lo largo y ancho de una vasta meseta. La suavidad de relieves contrasta con las vertiginosas caídas de su vertiente Norte, delimitadas entre la Canal de Piedra Bellida (Cuesta Areños y Pando Culiembro) y la Canal del Tejo. Entre ambas se intercalan las lineales canales de Estorez y Sabugo. Todas vierten al Cares, donde se hermanan con las más rectilíneas canales del Macizo Occidental de La Raya, las Avareras y el Saigu. Por encima de este conjunto se alza el Cabezo Llerosos, amesetada cima que dota a la meseta de Amuesa de un marco de incomparable belleza.

Las dos grandes montañas que dominan toda esta extensa mancha de pastizal son Los Albos y los Cuetos del Trave. Aquéllos, pese a hallarse separados de Amuesa por un alargado jou, se hacen omnipresentes al que se acerca a este paraíso de la media montaña. Su piramidal silueta embellece una de las majadas más codiciadas del Macizo Central. Una de sus cabañas estaba habilitada como refugio de montaña. Actualmente se halla en un profundo estado de abandono. Sus vecinas, las cabañas afectadas al pastoreo, están condenadas a la misma suerte. Los últimos pastores que subían a hacer majada a Amuesa, se van quedando en el pueblo.

El otro gran coloso que domina el pastizal de Amuesa es el Cueto del Trave. Esta peña caliza se extiende más allá de la Cuesta homónima. Se erige en el extremo noroccidental de una sucesión de cimas que se inicia en la Collada del Agua. Pese a no constituirse en máxima altura del cordal, al encontrarse en uno de sus extremos, sí goza de una vista envidiable. La enorme brecha que la separa de sus hermanas llega a verse con claridad desde el mismo Valle de Valdeón, a través de la abertura horadada por el río Cares. La Cuesta del Trave es una alargada loma de pasto alpino que precede al cueto que le da nombre. Es la continuación natural del canto que delimita el Collao Cima por el Sur. Siguiendo esta línea de cresta discurre el sendero que ha de seguirse para alcanzar el Jou de los Cabrones.

Cueto del AlboSituados en el mismo Collao Cima, se prosigue el ascenso por las lomas que se extienden a su izquierda. Es decir, que se remonta por el canto que busca el inicio de la Cuesta del Trave. Por terreno abierto de pasto se llega a un collado contiguo. Una charca reseca se esconde en una ligera hondonada. Impertérrita, la piramidal silueta del Albo observa nuestro progreso. En la misma collada se retoma el camino que sube a la majada de Orandi. Éste, se va desviando hacia la vertiente Oeste del canto por el que se va ganando altura. También muy marcado se descubre un segundo camino que, desde la misma collada de la charca, se adentra en la más agreste vertiente oriental del canto que nos cierra por el Sur. Se dirige, igualmente a la majada de Orandi.

Jou de los CabronesEl Jou de los Cabrones es un oasis de vida, escondido en lo más recóndito de un mundo inerte mineral. Enclavado en pleno corazón de los Picos de Europa, se cobija a la sombra de escarpadas peñas, sólo accesibles al paso de las adaptadas pezuñas de los reyes de la peña. En el extremo noroccidental de este cuenco, se yergue una voluptuosa peña. No es más que un voluminoso contrafuerte que se desgaja del sector sudoriental de los Cuetos del Trave. En sus desplomes se abre una ingente boca de la que emana una gélida brisa. Los espeleólogos la llaman ´la nevera´, pues en los perpetuos neveros que se resguardan en su interior, conservan los alimentos durante su estancia en la montaña.

El límite occidental de esta alargada depresión viene delimitado por el Pico de Dobresengos. En las colgadas pandas de su vertiente oriental, la que mira hacia el jou, pastan las cabras. Más arriba sólo se aventura el atrevido rebeco. En la cresta somital, a la que se llega tras superar el laberíntico recorrido de su vía normal, un diminuto ojal, deja entrever los límpidos cielos leoneses. A ambos lados de este coloso, se levantan dos agrestes puntas. La de la izquierda mira hacia la Canal de Dobresengos; la de la derecha domina el abanico somital de la Canal de Ría, encajonada entre los desplomes sobre los que discurre la Canal del Agua y el conjunto formado por la Torre de la Parada y Cuesta Duja.

Entre los Picos de Dobresengos y los Cuetos del Trave se interpone la Collada del Agua. Por esta verde collada se devola a la Canal que le da nombre. Es uno de tantos rincones privilegiados de los Picos de Europa. A la campera que la recubre se acercan los montañeros que pernoctan en la vega para contemplar el atardecer. El verdadero espectáculo no se divisa desde la misma collada, sino que hay que desplazarse hacia sus lados. De este modo se descubre en toda su integridad el Macizo Occidental, presidido por la bella silueta de Peña Santa de Castilla. El mar de nubes que parece condenado a estancarse sobre los valles asturianos, asemeja las vastas extensiones heladas de los polos de la tierra. El sol se funde en el horizonte, confundiendo el azul celeste del cielo en una gama de tonalidades que impregnan la retina en esos momentos mágicos de la puesta.

Durante la fría noche, una manta de estrellas cobija al montañero. El punto de atención se desplaza hacia la recortada silueta del Pico de los Cabrones. Tras su cúspide se va descubriendo la blanca redondez de la luna. De cuando en cuando, alguna estrella se precipita sobre las agujas que escoltan tan esbelta torre. El montañero que sólo va de paso se ve privado de tan acogedor espectáculo; mas el Jou de los Cabrones es un halago a la vista en cualquier momento del día. La torre homónima que lo domina por el Sur, presenta una estilizada silueta. Su esbelta y piramidal figura, se ve escoltada por una sucesión de penitentes agujas. Esta caprichosa formación pétrea se corresponde con el prototipo de montaña que los niños representan en su imaginación.


 
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