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Imágenes de una vida en la montaña (XVIII) |
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No se me había ocurrido poner una salamandra en un recorrido por la peña de los Picos de Europa. No obstante, a veces, uno descubre la capacidad de los animales para adpatarse a las condiciones más extremas. Y cualquier ser vivo que logre vivir en uno de los ecosistemas más inhóspitos de la tierra, como es el de la alta montaña, merece ser ´hijo de la peña´. Encontré a esta salamandra en uno de esos días que metemos la pata, y bien metida. El verano tocaba a su fin y había entrado uno de los primeros frentes del otoño. Vientos por encima de los cien kilómetros por hora y las primeras ventiscas de la estación que se anunciaba. Y mi compañero y yo en el mejor lugar, intentando escapar del Jou de Pozas por Vega Huerta. Hasta los rebecos se habían escondido. Ni un triste alma. Salvo esta asustada salamandra, más por nosotros que por el tiempo. Tremenda capacidad de adaptación a los rigores de la alta montaña, casi camaleónica.
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