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Imágenes de una vida en la montaña (XVII) |
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Llegar a los nuevos límites del Parque Nacional de los Picos de Europa no es tarea fácil. Lo mejor es entrar por los antaño frecuentados caminos de Tolivia y Llue. El camino aún se conserva, gracias a un hayedo que no deja proliferar el sotobosque.
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Los rayos del sol entran oblicuos por el sotobosque, destacando las bases de los troncos y los húmedos helechos. El resto se confunde entre la penumbra.
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Un helecho crece en forma de abanico cerrado.
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Parecía un juego. La ardilla se escondía debajo del puente, y yo intentaba cazarla con mi cámara. La costumbre de llevarla en manual me hacía volverme loco con los diafragmas y la velocidad mientras la inquieta ardilla no paraba de saltar de la sombra a la luz y de la luz a la sombra. Al final del juego ganamos los dos. Ella marchó sin daño y yo al menos le tomé una imagen aceptable.
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El bosque es un bonito enclave para disfrutar los días de nubes y nieblas. No desprecio sin embargo las ventanas que se abren entre la arboleda y que muestran agrestes paisajes. En el plano se funden los primeros plegamientos de los Beyos (Canto Loto y Peña Llava), con las cimeras del Precornión (Beza y Cabronero). Vigila en un costado una mole calcárea que ha bautizado con su figura todo un macizo: el Cornión.
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