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Imágenes de una vida en la montaña (XVII) |
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El Parque Nacional de los Picos de Europa es un enclave protegido representativo del bosque atlántico. Inicio este apartado con un homenaje al bosque. Una de las manchas más extensas del Parque se encuentra en Sajambre. Nos desplazamos visualmente a Soto de Sajambre, para dar un paseo por sus hermosos hayedos.
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Soto se refugia en un cegado valle, deudor del Sella. La belleza del entorno le ha valido el que fuera bautizado como ´jardín de Peña Santa´. Dentro del pueblo también puede encontrarse algún rincón con encanto y con olor a pasado.
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De Soto salen pistas o caminos en todas las direcciones, y todos tienen el bosque como protagonista. En esta ocasión me he decantado por el camino que sube a Rodiles.
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Las praderías de Rodiles, rodeadas de hermosos bosques, son un respiro en el ascenso por los laterales de Soto. Aunque la foto tiene truco, pues unos pasos más adelante una enorme torreta de la luz entorpece cualquier intento de sacar una bonita panorámica de Peña Santa.
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El rodeo por Rodiles permite disfrutar de una continua alternancia de praderías y bosques. Se ha coronado el modesto cordal que separa Güembres del valle de Soto, y el recorrido se convierte en un plácido paseo poco exigente.
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A medida que nos acercamos a Güembres la pradería empieza a ganar terreno al bosque. Estas ventanas ganadas al monte nos permiten contemplar todo el valle de Soto y las montañas del Cornión, más allá del Dobra. El reto está en intentar burlar los cables de la luz.
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El día está revuelto. Las nubes se pegan a las cortadas y depresiones envolviendo las cimeras del Cornión. Las nieves aún cubren las faldas de Los Moledizos, cuando la primavera pugna por despuntar al abrigo del valle.
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Cuesta desperezarse del largo letargo. Cada flor lo hace a su ritmo.
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Un canto marca el linde del hayedo. La vertiente que mira a las primeras quebradas de los Beyos forma un cortado plano inclinado de largas hierbas. Desde estas alturas se contempla la zona de Sajambre que ha pasado a engrosar el conjunto del Parque Nacional de los Picos de Europa. Es el bosque atlántico el protagonista, mas los artífices del Parque se han dejado conquistar por las agrestes líneas del Niajo.
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Las distintas ramas del haya nos permiten ir descubriendo el lento proceso de vuelta a la vida.
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Las flores son menos perezosas a la hora de despertar a la nueva estación. Quizás porque necesitan un menor gasto de energía para florecer.
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