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Cuesta de Següenco (Macizo Occidental) *Apéndice: coordenadas GPS |
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Susierra no dista más de tres/cuatro kilómetros de Cangas de Onís. Se toma en esta ciudad la carretera de Covadonga, común hasta la rotonda de La Venta con la de Arenas de Cabrales (AS-114). Justo antes de La Venta, se toma el desvío de la Cueva del Buxu, buscando un lugar donde aparcar entre el pequeño conjunto de Susierra, en que se combinan establecimientos hosteleros, alguna casa, hórreo y molino (foto ampliación). En la miniatura se muestra un tramo de la carretera de Covadonga, en el tramo comprendido entre la nueva rotonda de la variante de Cangas y las naves que se encuentran entre el ramal de Narciandi y Susierra (donde se coge el antiguo camino de subida a este pueblo). La fotografía está tomada precisamente desde este corto camino.
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El camino de Narciandi se coge en una esquina del enorme talud abierto por la carretera, en el que ésta dobla hacia la Venta de Cangas. La señalización horizontal pintada en la amplia caja de esta larga curva para facilitar la entrada y salida al ramal de Cardes, y la limitación de velocidad fijada para este cruce (la señalización vertical en dirección a Cangas de Onís hace tiempo que ha desaparecido), son insuficientes para controlar la falta de sentido de muchos conductores. Cruzar la carretera en este tramo para entrar en el camino de Narciandi es bastante peligroso, sobre todo cuando vamos en grupos grandes acompañados de algún crío. Unas escaleras de hormigón (bastante tomadas por la cotoya), a las que se pasa por una plancha del mismo material colocada sobre la cuneta de la carretera (foto miniatura), permiten remontar el talud por esta esquina para encaramarse en el camino propiamente dicho. Se asciende por pleno bosque (foto ampliación), con alguna ventana a la carretera y a las vegas del Güeña. Pese a la aparente tranquilidad de esta breve subida por el bosque, no podemos olvidar que aún estamos en el fondo del valle, en plena civilización. Una desmesurada torreta viene a recordarnos que los bosques que aún se conservan en esta zona de baja montaña no son sino reductos de un ecosistema forestal antiguo que ha ido retrocediendo hacia las zonas de media y altra montaña. Son vestigios aislados incapaces de cobijar muchas de las especies propias de los ecosistemas forestales, pinceladas boscosas en un mosaico de erías, vallejas, pueblos y aldeas.
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El camino entra en Narciandi por la puerta de atrás, lugar en que quiere esconderse la vieja escuela. Aunque parece haber sido habilitada como vivienda no puede enmascarar su pasado, pues muchas de las escuelas rurales del oriente de Asturias parecen haber sido cortadas por el mismo patrón. Atravesamos longitudinalmente el pueblo, con tendencia Sudoeste. La calle discurre entre las casas de este primer tramo de Narciandi y la ería adyacente. Casas recién remozadas y los tradicionales hórreos se sucedenen esta paseo por Naricandi. En seguida nos entra por la derecha el ramal asfaltado de acceso al pueblo, desdoblado en dos brazos. Podemos optar entre seguir por el costado del pueblo, descendiendo levemente por una estrecha callejuela ceñida entre las casas y la ería, o mantener la dirección de la marcha, entrando definitivamente en pleno núcleo rural. En este segundo caso se pasa junto al llagar que se anuncia en la entrada del ramal de Narciandi, entre la rotonda del Pozo de los Lobos (en uno de los extremos de la variante de Cangas) y Susierra. Por una u otra alternativa se sale a las pistas de la concentración que vertebran la ería de Narciandi. La más sencilla es la primera, pues discurre practicamente por el lateral del pueblo y noinvita a mayores confusiones. En la foto de la ampliación puede contemplarse a las vacas pastando en la ería de Narciandi. Al fondo, una rociada de nieve cubre la cimera de la Cuesta de Següenco.
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A las afueras del pueblo la pista se desdobla en dos ramales. Se deja el de la izquierda, que pasa junto a una nave en dirección a Cabielles. En el próximo cruce también se coge el ramal de la derecha, entroncando ya con la pista que viene de la parte alta de Narciandi (en la foto ampliada aparece el único ramal secundario que se desgaja de esta pista,a medio camino entre el pueblo y el entronque en que nos encontramos). En esta confluencia de pistas sí se gira a la izquierda, llegando enseguida a la Capilla de San Cosme (foto miniatura), situada en lo alto de una loma, apenas ecoltada por un puñado de árboles. La capilla se encuentra a medio camino entre Narciandi, Cabielles y Nieda. Celebran estos pueblos vecinos la festividad de San Cosme y San Damián, ya vencido el verano, en procesión hacia esta solitaria capilla.
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Justo al llegar a la capilla la pista vuelve a desdoblarse. Para subir directos a Següenco se tomaría el ramal de la izquierda (ruta que se describirá brevemente como alternativa de descenso, pues cuenta con el aliciente de la Cueva de la Güelga). Nosotros seguimos el de la derecha, doblando por este lateral de la loma de la capilla. Nuevamente a la derecha en otra bifurcación contigua, tirándonos al fondo de la vaguada, por donde discurre la riega que baja desde la cabecera de Uñañez). Caminamos unos metros junto a la riega cuando la pista comba de nuevo en ascenso, encaminándose a Nieda (foto miniatura). Nada más iniciarse el ascenso se deja un ramal que se desgaja a la derecha. Enseguida afrontamos una pronunciada revuelta de la pista, y nos salimos -unos metros más adelante- por un camino secundario que sube directo al pueblo. Del complejo entramado de pistas que se ha venido sorteando da una muestra la foto ampliada, foto aérea de Nieda tomada desde un recodo colgado de la misma carretera que sube a Següenco.
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La pista que abandonamos sale a la carretera de Següenco a la entrada de Nieda. La pista que debemos coger para subir a la collada que está sobre el pueblo se desvía a la derecha de la carretera al finalizar el mismo. Para atajar debemos callejear por Nieda, cosa bastante sencilla cuando preguntamos el camino a seguir a algún vecino, y algo más complicada cuando no encontramos a quién preguntar. El corto tramo de camino que cogimos para dejar la pista, nos mete en la parte baja de Nieda. Tenemos que subir hasta entroncar con la carretera que vertebra el pueblo. A la derecha de la misma tenemos un lavadero (a nuestra izquierda si hemos salido al lado de una tenada de ladrillo). A menos de cincuenta metros carretera abajo, se entra por una callejuela que sube al Norte, pasando al lado de un hórreo, según enfocamos la puerta de una cuadra sita a la vera de la calleja. Pasada ésta, en el cruce contiguo, giramos a la izquierda, subiendo por un estrecho pasillo que se ciñe entre las casas y el talud de la ería que ocupa la parte superior de Nieda. La calle deja el pueblo para entroncar, a la altura de una cuadra de ladrillo (foto miniatura) con la pista que sube a una casería recogida en un rincón de la collada a la que nos dirigimos. En la ampliación se ve un trozo de esta cuadra, en pleno entronque de la calle por la que salimos de Nieda con la pista que nos sube a la collada.
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La pista sube al Norte para coronar la collada cimera de Nieda. Al Noroeste apenas alcanzan a verse los extrarradios de Cangas de Onís, oculto el núcleo de la ciudad por las plegadas estribaciones de los Picos de Europa. En la misma cimera de la collada, se abandona aquella pista (que sigue unos metros hasta una aislada casería), para entrar en la campa llamargosa de la izquierda. Al Sur, por la campera, siguiendo la línea de la collada, embocamos la pista por la que ahora hemos de subir (foto miniatura). Las altas copas de un puñado de eucaliptos señalizan la entrada. Al fondo se recortan las nevadas cimeras de la Cuesta de Següenco. Al tomar la pista podemos echar un último vistazo a Nieda, antes de perdernos en una breve mancha boscosa, en pleno requiebro de la pista que busca encaramarse en la pelada llomba del cordal.
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La pista remonta por toda la línea del cordal, cayendo levemente del costado derecho, sobre una frondosa valleja, deudora del Güeña. En algunas laderas de la cuesta se forman escalonados aterrazamientos fruto de las tareas de repoblación. Alcanzamos la cabecera de la valleja en una importante encrucijada de pistas, escondida en la umbría acicular de los pinos. La encrucijada en sí misma no es más que el cruce de dos pistas: por una parte, la principal, que viene de Cangas de Onís y entronca con el GR 105 en un punto ya reseñado varias veces en otras páginas, donde se desgaja de este gran recorrido el PR local que baja a Caño por La Valleya; por otra parte una pista secundaria, que es por la que se viene subiendo, que remonta todo el cordal hasta entroncar con el mismo GR en sus últimas rampas en la subida desde el Llano del Cura.
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En este caso optamos por seguir por el mismo ramal que se traía, cruzando la pista que viene de Cangas, y encaramándonos en el otro tramo de llomba que sube a entroncar con la columna vertebral de estas estribaciones de los Picos de Europa, el cordal de peladas cuestas que entra en cuña entre las cuencas del Sella y de su afluente por la derecha el Güeña. Encontramos manchas dispersas de pinos, que van cediendo a medida que ganamos altura (una idea de la alternancia entre cuesta y pinar parece adivinarse entre las brumas de la ampliación). Las vacas de la miniatura, sorprendidas por la invernada, vagan sin rumbo por la pista que sube de Cangas. La foto está tomada en el ramal superior, pista secundaria elegida de la encrucijada que se acaba de pasar. El punto de engarce con el GR 105 ya se ha descrito también anteriormente, una revuelta de la pista que sube desde el Llano del Cura, en que casi puede darse por concluido el primer tramo de subida. Un poco más adelante, se llega al crestón de transición en que damos vista a las vegas del Sella, fértiles vegas de Caño y Avalle.
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Dejo a elección del montañero subir a las antenas de Següenco o quedarse en este pueblo. Con las rutas descritas en las páginas precedentes, se le han dado suficientes datos para que se dirija a cualquiera de estas dos opciones. La miniatura muestra un escaño cubierto de polvo y de telarañas. Auque en Següenco se están remozando varias casas, aprovechando alguna para turismo rural, otras van sucumbiendo al abandono y al paso del tiempo. Más alicientes ofrece la alternativa de subir a las antenas. Desde la senda que remonta por todo el canto de la cuesta, se ha tomado la imagen de la ampliación, con otra nueva perspectiva del Collao Uñañez.
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VARIANTES DE DESCENSO *Apunto simplemente una bajada más directa por la Cueva de la Güelga, centrándome básicamente en el largo rodeo que nos llevará por los pueblos de Torió y Cabielles.
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Desde la fuente El Carril, siguiendo las caleyas que van bordeando por el lado derecho de Següenco (Este), acabamos cayendo por una caleya que empata con la pista que nos interesa, justo antes de su primera revuelta. Si se quiere coger la pista en su origen basta bajar por la carretera hacia Cangas, a las afueras de Següenco, se encuentra el cruce de esta asentada pista. Nada más pasar la referida curvona de la pista, se deja un ramal secundario que se desvía por las praderías de la izquierda. Se dejan a continuación dos ramales que nos entran por la derecha, embocando ya la segunda revuelta destacada de la pista. Baja paralela al tramo anterior, separados por un reducto de boscaje, antes de afrontar un tercer giro, más en escuadra. Vuelve a retorcerse la pista algo más abajo, en el mismo giro en que recibe otro ramal por la derecha. En este caso la alargada curva termina en un giro en sentido opuesto. En el tramo de transición hacia otra de las pronunciadas revueltas de la pista, se recibe otro ramal, esta vez por la izquierda, procedente de una cabaña sita en lo alto del prado, en los lindes del bosquete. Enseguida se entra en uno de los rincones más sugerentes de esta ruta de descenso, la pista dobla la loma y baja hacia la umbría de una cerrada valleja. En las praderías de la ladera de enfrente, por debajo de la línea de bosque, ladra uno de los perros de una casa ermitaña. En los cobertizos de su lado nos sorprende el enorme cuello de un avestruz. La valleja se abre en breve, saliendo ya la pista encaminada a una enorme collada de pradería, donde se concentra el núcleo de una encrucijada de pistas. Ni derecha, ni izquierda, seguimos de frente hacia el Noreste, dejando la pista que cae del lado contrario (prácticamente al Oeste), por la vertiente que mira a Nieda, a los bajíos de la riega nacida en Uñañez. La ubicación de la Cueva de la Güelga es bastante evidente, pues se esconde en la base del paredón calcáreo que se disimula entre el boscaje, prácticamente en la dirección a la que nos encaminamos. La peña ciega la valleja a la que se dirigen ramales secundarios de nuestra pista. La riega que arroya por su lecho, entra en las entrañas de la barrera calcárea, por la boca de la cueva. En pleno descenso a la cueva nos entra una pista por la derecha, procedente de las praderías de esta mano, y algo más abajo, en una curva a la izquierda de nuestra pista, ya sale a contramano el ramal que baja a la cueva. Hay que dejarlo para coger el sendero que, entre la selvática riega, se dirige a la gruta. La cueva aún no ha sido cerrada; pero para entrar ha de tenerse cuidado con el volumen de agua que arrastra la riega (foto del apartado), aparte del profundo pozo en el que se precipita el cristalino caudal. Un brazo de la cueva se desvía por las apreturas de la derecha. Se encuentran sencillos bisontes de evidentes trazos, muy bonitos pero de reciente creación. En la cueva se han descubierto grabados y restos de utensilios en el suelo de la entrada, que son los que acreditan su valor para los estudiosos. La capilla de San Cosme (donde se cierra el circuito) ya no está lejos. La pista principal se encamina a un grupo de invernales, escondido en la umbría de un reducto de boscaje, donde recibe una nueva pista por la izquierda. Sale enseguida a terreno abierto de pradería por el que va girando hacia la solitaria ermita.
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b) Següenco, Torió, Cabielles, Narciandi.
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Esta otra alternativa propuesta nos llevará por los pueblos de Torió y Cabielles. Caben asimismo ascensiones alternativas, de las que sólo reseñaré la subida a La Porra (montaña de la miniatura, mitad pasto, mitad caliza). Esta foto de la miniatura está sacada desde el mismo Següenco. La destacada montaña del fondo es Priena, afamado mirador de las hermosuras de Covadonga. Para coger la pista de descenso se sale por el Sur de Següenco, por la misma pista que sube al Mirador (antenas de Següenco). En el cruce que se encuentra a las afueras del pueblo, seguimos el GR 105, en dirección a Los Pallares (a la izquierda como indica el poste de direcciones). Al salir de la siguiente curva se encuentran dos ramales que se desgajan, sucesivamente, a la izquierda de la pista que sube a Los Pallares. El primero llama a confusión, pero no es más que un acceso a las praderías; así que entramos por el segundo de los ramales (en la ampliación se muestra un tramo de éste, visto desde el GR 105).
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Encaminados por la nueva pista hay pocas opciones de confusión. Sólo cabe reseñar una pista que se bifurca a nuestra derecha, que sube a empalmar con el GR 105. Pasado el desvío, sigue la pista bordeando unas amplias praderías, dando vista a Següenco y su Cuesta (foto ampliación). Ya doblando un modesto xerro, se empieza un retorcido descenso de vueltas y revueltas, con intermitencias boscosas. Del último giro se desprende un ramal secundario. Al otro lado de la valleja que se hunde en las profundidades a que vierte este rincón de pradería, emerge la enorme masa montuna de la Cuestona. En poco más de cien metros la pista devola una collada, dejando el peñasco del Colladiello a su derecha. Enfrente queda La Porra. En zigzag por la breve vaguada, baja la pista a remansar en una segunda collada, donde ya se pasa a la larga vaguada que encauza nuestra pista. La ampliación se corresponde con el paso por Omedina. Las majadas del entorno de Següenco cuentan, en su mayoría, con una sencilla tablilla en que se recoge el topónimo correspondiente.
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Antes de ceñirnos en la definida vaguada, en la zona de transición entre ésta y El Colladiello, una riega brota del monte, para bajar por la pendiente pradería de nuestra derecha. En los lindes de ese bosque se protegen un par de remozadas cabañas. Un sendero entra en la pradería, pegado a la muria común con la finca vecina, en dirección a las faldas de La Porra. Al otro lado de la embarrada campera, al aflorar las calizas de la Porra, la senda recobra su trazo de más definido camino. Sigue unos metros a la derecha, para doblar el canto y morir como tal, en una profunda canal que remonta por este costado de La Porra. No es la subida más tumbada, pero se aprecia una vereda de cabras y ovejas que trepa por el canto a las pandas cimeras de La Porra. En realidad el camino seguiría en dirección contraria, pues corta la base de la montaña por el Oeste (restos de majada escondidos en la espesura del boscaje). Alcanzaría la cresta Norte de la montaña en sus últimos metros, al caer a la horcada que separa La Porra del alargado xerruco del Llano Cima. El sendero atravesaría este modesto cordal, para bajar a la collada del otro lado del mismo (Llanu Baju), lindando con sus cercadas praderías bajaría a entroncar con el extremo de un ramal de la pista principal, a la que vierte en las proximidades del Cantu Cardaín. Reseñar también un camino que atraviesa por la base de los cortados orientales de La Porra y por el que podría bajarse a La Riera. Aunque para bajar al mismo hay tramos empinados de mal terreno. La foto de cumbre queda plasmada en la miniatura, reservando la ampliación para un momento del ascenso por este costado sureño de La Porra (al fondo La Cuestona).
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Apuntada la opcional ascensión a La Porra, nos encauzamos con la pista en la larga vaguada. Esta hondonada delimita por el Oeste el alargado xerrucu de Llanu Cima. Más adelante el entubado descenso se va desdibujando, faldeando paralela al ramal referido en el apartado anterior, que discurre a mayor altura. Pasa por los invernales de Cardaín de Arriba, confluyendo con el ramal procedente de Llanu Baju en las inmediaciones del Cantu Cardaín. Este canto es un bello mirador sobre Cabielles, que se abriga en lo más profundo de estos valles secundarios, deudores del Güeña. La sencillez del recorrido toca a su fin. Nos acercamos a Torió y empiezan a surgir pistas y ramales secundarios. Se obvian los dos que nos salen por la derecha, que tampoco invitan a mayor confusión, porque enfrente, en lo alto de la loma, despuntan las casas de Torió. Pueblo en apariencia vecino de Cabielles, pero individualizado por su patrono. Mientras Cabielles celebra Can Cosme y San Damián con Nieda y Narciandi, Torió se queda solo en la festividad de San Blas (foto ampliación). Tampoco es necesario llegar a Torió, se puede acortar terreno entrando por la pista que encontramos a la izquierda, en la ería de aquél. Entronca, al otro lado de la cerra en que se asienta el pueblo, con la carretera que baja a Cabielles (la carretera de Torió baja a la de Covadonga a la altura de El Bosque -larga recta aneja al pueblo de Soto de Cangas-; aparte cuenta con esta estrecha vía de enlace con el vecino Cabielles). Este ramal no baja al mismo Cabielles, sino a la carretera del pueblo, a unos doscientos metros del mismo. Esta carretera se coge a la entrada de Soto de Cangas, en el mismo zoo de fauna autóctona de Ernesto Junco. Para regresar a Narciandi, tenemos que entrar en una laberíntica red de la parcelaria, aunque muchos de los ramales no son sino variantes que van al mismo sitio. Apuntamos una de las muchas opciones: antes de llegar a Cabielles, entramos por la pista de la derecha. Cien metros y torcemos a la izquierda. Ciento y pico metros más y seguimos de frente. La pista se encamina a una revuelta en el fondo de la valleja, donde recibe el antiguo camino que baja de Cabielles. En este reducto de boscaje se esconde La Granxa. Un enorme invernal por el que ya se pasa a las abiertas erías. El laberinto de pistas no cede. Tirando siempre de frente, pasamos junto a una nave y ya confluimos con uno de los ramales apuntados en la descripción de la subida, a las puertas de Narciandi, donde damos por cerrado el círculo. Los montañeros de la miniatura se acercan a Cabielles por una calle hormigonada a la que han accedido por viejos y perdidos caminos que bajaban de Torió.
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