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Imágenes de una vida en la montaña (XV) |
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En los Picos de Europa existen infinidad de parés, cuevas y simas. Varias de éstas superan la barrera de los mil metros de profundidad, siendo el Sistema del Trave un referente a nivel mundial. Más modestas son las cuevas, pues aunque cuenta este conjunto montañoso con la red de Toneyu (de unos catorce kilómetros), quedan empequeñecidas comparándolas con las dimensiones de otras cavidades, sin necesidad de salir de la Península. Las cuevas fueron el refugio del hombre primitivo, dejando en algunas de ellas huellas de su paso. Especial relevancia tienen, en el Norte peninsular, las cuevas de Altamira y de Tito Bustillo. Sin embargo, en los Picos de Europa, pese a la cantidad de cavidades apenas se encuentran cuevas con pinturas o restos prehistóricos. Por el buen estado de conservación de las pinturas, hace unos años que salió a la luz la Cueva de Covaciella. De esa época, más o menos, data el descubrimiento de la cercana Cueva del Bosque, en el entorno de Inguanzo, dentro del ámbito geográfico de los Picos de Europa. Aunque está próxima a esta localidad cabraliega, su boca mira al vecino pueblo de Berodia.
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Cabras y ovejas buscan refugio en la Cueva del Bosque. Adentrándose en la cavidad pueden encontrarse las típicas formaciones rupestres.
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El recorrido por la cueva es breve, pronto queda cortado por las rejas que protegen la ´sala´ de las pinturas.
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Siempre se supo de la existencia de pinturas en la cueva. Sólo a raíz de recientes descubrimientos se prestó atención a las mismas, descubriendo su procedencia del hombre prehistórico. No podemos continuar avanzando por la cueva. Disparamos la cámara en la oscuridad, a ciegas, intentando captar ´algo´.
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