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Imágenes de una vida en la montaña (XIII) |
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Las majadas nacieron como auténticos poblados de altura donde los pastores se trasladaban con sus familias y animales para el aprovechamiento estival de los pastos del puerto. En la actualidad apenas un puñado de majadas son frecuentadas por nómadas ermitaños, vestigios de un reciente pasado que agoniza. Asisten mudos e impasibles a la ruina de las majadas de sus vecinos y amigos, al declive de su modo de vida. Cede la techumbre de invernales y cabañas y los muros se desmoronan. La majada pierde una a una las cabañas que la conforman, hasta acabar convertida en un conjunto desgarrado de piedras amontonadas en círculo o con base cuadrangular. Pasan a convertirse en meros reclamos arqueológicos de un siglo pasado, del que apenas nos separan unos pocos años.
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