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Cruz de Priena (Macizo Occidental)*. Apéndice: coordenadas GPS |
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 Corao, junto con Mestas de Con, son los principales pueblos que se encuentran en las fértiles vegas del río Güeña, en su corto discurrir por tierras de Cangas de Onís (foto ampliación: Corao, en el centro de este tramo de la cuenca del Güeña presidido por las cimas del Monfrechu y de la Sierra de la Escapa). Su Iglesia parroquial (foto miniatura) es, junto con el palacio Noriega y la Casona de Frassinelli, una de las principales manifestaciones de la arquitectura civil y religiosa que atesora Corao.
Recogida en unas peñas, en el extremo Noroccidental de Corao, agoniza la cueva del Cuélebre. En este abrigo gustaba retirarse a meditar a D. Roberto Frassinelli, ´el alemán de Corao´. Desde esta sala rupestre, apenas amueblada con una simple mesa de piedra, este polifacético erudito, contemplaba sobre las techumbres de Corao, los primeros plegamientos del Cornión, donde se entrelazaban los viejos caminos del puerto que le condujeron, durante sus años de vida adoptiva en tierras del Güeña, a las altivas torres calcáreas de las Peñas Santas.
Vivió D. Roberto Frassinelli en Corao durante la segunda mitad del siglo XIX, en los albores del descubrimiento de los Picos de Europa. Pasó largas jormadas por los puertos y riscos del Cornión, condicionado por las largas marchas de aproximación propias del faldón norteño de este macizo de los Picos de Europa. Hoy nos acercamos a su casa, para, de su mano, dar los primeros pasos por estos primeros plegamientos del Cornión. La Senda de Frassinelli, como se conoce el camino que utilizaba para sus aproximaciones a las altas majadas de Cangas, nos sirve de base para estructurar un recorrido por los invernales del puerto bajo. Entre las montañas más relevantes de este rincón de los Picos de Europa, los montañeros han destacado la mole de Priena, sobre la que se ha erigido una gran cruz. Es uno de los mejores miradores sobre Covadonga, en cuyas piedras dejó honda huella la faceta arquitectónica de Roberto Frassinelli.
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 La vieja AS-114 vertebra el pueblo de Corao paralela a un canal de aguas desgajadas del Güeña. Esta estrecha carretera que se ciñe a las estrecheces de Corao ha sido liberada por una corta variante que rodea el pueblo por el Oeste y por el Norte (de la curva que se trazaría en el vértice Noroeste saldría el camino que sube a la Cueva del Cuélebre, mas pasa inicialmente desapercibido, convertido en una desdibujada servidumbre que atraviesa un maizal por su lateral occidental).
Corao tiene merecida fama por la Feria de Mayo, una de las más reconocidas del Norte. Se aprovecha el castañéu anejo al pueblo como recinto ferial. Los grandes ejemplares de castaño quedan aislados en amplias bandas de campera acotada entre las largas barandillas en que se distribuyen los ganado el día de la ´feriona´.
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 De la carretera (calle) troncal que vertebra Corao sale, a la altura del castañéu, el ramal que sube a Abamia. Corta el recinto ferial en diagonal hacia las afueras del pueblo. Unos metros antes (entrando desde Cangas de Onís), encontramos otro ramal asfaltado perpendicular a aquélla. También lleva hasta Abamia, recalando en el principal a la altura de la iglesia.
En las fotos del apartado se recogen dos rincones de esta carretera secundaria. La ampliación ha sido tomada en una esquina del castañéu de Corao. Siguiendo pista adelante, se cruza por un alto puente sobre el río Güeña, antes de pasar a la abierta ería de Corao que se muestra en la foto de la miniatura.
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 La espadaña de la iglesia de Santa Eulalia de Abamia sobresale de las copas de los árboles menos frondosos (foto miniatura), en el punto en que el ramal secundario enlaza con la carretera principal que sube a Abamia. Aparenta encontrarse recogida en un bosquete de corte cadicifolio, mas son los centenarios tejos que crecen en el campo de la iglesia los que más llaman la atención.
La iglesia de Santa Eulalia de Abamia es una iglesia Románica (siglos XIII-XIV) que ha vivido largos años en el olvido. No ha llegado al estado ruinoso de otros monumentos civiles o religiosos del entorno, gracias a la decisión de las autoridades competentes de proceder a su restauración.
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 En Santa Eulalia de Abamia reposan los restos de D. Roberto Frassinelli, el ´alemán de Corao´ (1.811-1887). Fueron trasladados del cementerio contiguo. Del estado de abandono de este monumento románico da muestra el hecho de que su cementerio llegó a tener varias lápidas rotas, encontrándose las calaveras sobre la hierba.
Las sepulturas del Rey Pelayo y de Gaudiosa, su mujer, fueron emplazadas inicialmente, también, en Abamia, antes de ser llevadas a su actual ubicación en la Santa Cueva (Covadonga).
El frontal de la iglesia y uno de los tejos del entorno forman el conjunto de la miniatura. La ampliación recoge un detalle de los relieves de la portada meridional, con claros motivos alusivos al infierno.
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