La caliza, sometida a las inclemencias del tiempo, y modelada por la fuerza disolvente del agua, forma estas planchas lapiaces. Habrá que esperar otro invierno, y a las lluvias de la primavera, para que los pastizales de la alta montaña recobren ese verde intenso que llega casi a reflejarse en las rugosidades de la caliza.
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