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Imágenes de una vida en la montaña (V) |
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El Jou de Los Cabrones es la máxima representación de la alta montaña de los Picos de Europa. Una depresión de pastizal alpino nutrido de un gélido manantial de aguas cristalinas, en cuya cabecera la Torre de los Cabrones alcanza con sus magníficas líneas el ideal de montaña que se forja en todo hombre desde su infancia.
Escondido en el corazón del Macizo Central, las duras marchas de aproximación garantizaron, durante años, el reinado de los rebecos sobre el suave pastizal. Los intentos del hombre por urbanizar el corazón de la montaña se vieron repelidos con éxito por las acometidas de la montaña. Pero el hombre es testarudo, y no quiere privarse de edificar un refugio que acoja a los montañeros en sus aproximaciones al techo de los Picos. Un buen menú, un par de cuerdas fijas, varias señales e incontables marcas de pintura, y ya hemos logrado domesticar otra montaña. Los rebecos ya se han resignado a la insidiosa insistencia del hombre, que no escucha los avisos de la naturaleza. Pastan en los verdes retales de campera, impasibles al continuo deambular de montañeros, que han hecho, del montañismo popular su bandera; el montañismo que afronta el desafío de las cumbres imponiendo sus reglas, las reglas de la invasión sin límites y a cualquier coste, las reglas de la domesticación de los ecosistemas de montaña, degradando y adulterando todo desfafío en nombre de una falsa seguridad que no es otra cosa que la comodidad del hombre sedentario.
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